Cuesta creer que han pasado 365 días desde que nos dejara Pedro Comas (Palma, 1952), director de Última hora entre 1984 y 2014. Y hasta poco antes de su muerte, una figura más en esta redacción, releyendo y corrigiendo noticias y comentando la actualidad del día a día con la redacción.
30 años haciendo periodismo, 30 años buscando noticias y logrando que este diario llegara a los kioskos, cafeterías y hogares con el objetivo de informar, pero también de entretener a los lectores. .
Pedro Comas entró en el diario en 1972 de la mano de un gigante del periodismo balear, Pere Bosch. Hacía el servicio militar y estudiaba Derecho, hacia donde creía que iba a orientar su vida. Pero le apasionó aquella redacción caótica que publicaba un diario a última hora de la tarde, o a primera de la noche, por muy escasa que fuera su circulación. Así que se lo tomó en serio y se decidió a estudiar Periodismo en la Universidad Autònoma de Barcelona. Ya saben, el veneno del periodismo.
La entrada de Pedro Serra como propietario y director en 1975 representó un giro total en la manera de hacer las cosas en el diario. Desapareció el desencanto de los veteranos redactores y entraron jóvenes talentos dispuestos a lo que fuera para ser los número uno.
Junto a él surgió la figura de Pedro Comas, la de un periodista vocacional, ordenado, con criterio y sacrificado, algo que escaseaba en una profesión de bohemios. En 1984 le nombraron director, primero en funciones y después ejecutivo.
Pedro Comas siempre estuvo en su sitio, en su despacho de cristal, en medio de la redacción, con la puerta siempre abierta, llamando a gritos a la gente y repartiendo sus famosas 'notitas', escritas de su puño y letra, con posibles temas, correcciones, ideas, ultimátums... o lo que es lo mismo, haciendo piña con los redactores.
¿Cuál es el secreto de haber permanecido treinta años al mando de un periódico? Difícil saberlo, pero sin duda es una proeza. Todos los que trabajaron con él recordarán sus frases míticas, su obsesión por las fotos grupales, por contar todo lo que ocurría en Mallorca, por pequeño que pudiera ser.
En este último año no ha dejado de recibir homenajes a título póstumo: la medalla d'honor i gratitud del Consell de Mallorca, un reconocimiento especial de los premios Populars de la cadena Cope, el Premio de Honor de Onda Cero o la medalla de Oro de Ciutat, concedida por el Consistorio palmesano. Un año después, Mallorca le sigue recordando.
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