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Como cada 8 de Marzo, conmemoramos el Día de la Mujer Trabajadora desde hace ya más de un siglo. Un día en el que se sigue reclamando la participación de la mujer en el ámbito laboral y, por tanto, su derecho a la independencia económica. Resulta cuando menos curioso, por no decir increíble, que en el siglo XXI siga habiendo importantes diferencias entre hombres y mujeres en el mundo laboral, que no favorecen la integración plena de la mujer con las mismas oportunidades que los hombres.
Durante 2021, los datos relacionados con el mercado de trabajo femenino mejoran ligeramente, al acercarse las cifras tímidamente a los valores masculinos. Sin embargo, a pesar de esta mejoría, las diferencias entre hombres y mujeres se siguen manteniendo.

Con el inicio de la reactivación de nuestra economía en el verano de 2021, el empleo de las mujeres crece, de manera que el 49,53 % de las mujeres en edad de trabajar tienen un puesto de trabajo. Es decir, solo la mitad de las mujeres poseen un puesto de trabajo remunerado que les permite obtener unos ingresos imprescindibles para poder desarrollarse como una persona plena. Porque las mujeres siempre trabajan, aunque no se les reconozca económicamente; son las que en mayor número se dedican a las labores del hogar y al cuidado de los menores y personas dependientes. Así, en nuestra comunidad autónoma, las mujeres inactivas por labores del hogar durante 2021 triplican a los hombres que también se dedican al cuidado de la casa. Parece que aún no hemos entendido que tanto las labores del hogar como el cuidado de los menores y de las personas dependientes es una tarea que tenemos que compartir entre todos, que no es una cuestión de hombres o de mujeres, ni de jóvenes, ni de mayores, si no que es de todos.

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Además, el número de contratos a tiempo parcial, nos indica que las mujeres son las que más contratos a jornada parcial firman, independientemente de que sean indefinidos o temporales; en 2021, 41 de cada 100 contratos que firman las mujeres son a tiempo parcial. Podemos decir que las mujeres firman casi el doble de contratos a tiempo parcial que los hombres, ya que, ellos solo tienen jornadas parciales en el 23 % de los contratos, y que en la mayoría de los casos son jornadas parciales involuntarias, ante la imposibilidad de encontrar un empleo a jornada completa. También hay que hacer mención de que las mujeres solo ocupan el 37,40 % de los puestos de dirección o gerencia en las empresas frente al 58,17 % de los puestos de trabajo elementales, a pesar de tener mayor nivel formativo que los hombres. Año tras año, siguen ocupando los puestos de trabajo de menor responsabilidad y, por tanto, de peores salarios, aunque su preparación académica les permita acceder a puestos de alta dirección.

En cuanto al desempleo femenino también mejora en 2021, reduciéndose el porcentaje de mujeres que se encuentran en paro. Sin embargo, siguen siendo más las mujeres que no encuentran un empleo y que acaban formando parte de las desempleadas de larga duración. Es este desempleo de larga duración el que ha crecido alarmantemente durante este año, al pasar del 4,69 % al 7,77 %; más de tres puntos que indican que el paro de larga duración femenino se cronifica. A pesar de la mejoría que muestran algunas cifras, se siguen observando importantes diferencias entre hombres y mujeres que no se pueden continuar manteniendo. Por ello, no queda más remedio que seguir reclamando oportunidades para llegar a la integración plena en el mercado laboral de las mujeres, con las mismas condiciones que los hombres, que nos permita alcanzar una sociedad igualitaria en la que todos los seres humanos nos podamos realizar profesionalmente y conseguir la independencia económica que nos permita vivir dignamente y con libertad.