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Francisco Villar Cabeza es licenciado en Psicología por la Universitat de Barcelona, y se especializó posteriormente en Psicología clínica en el Hospital Universitario Vall d'Hebron. En 2013 impulsó en el Hospital Sant Joan de Déu de la Ciudad Condal el programa de atención a la conducta suicida del menor en el Hospital, que actualmente coordina. Especialista en suicidio en la infancia y la adolescencia, este jueves ha ofrecido un curso en Baleares a profesionales del 061 y del área de la salud mental. Además, ha presentado su libro Morir antes del suicidio. Prevención en la adolescencia, en el que ofrece respuestas para abordar el suicidio, con el objetivo de prevenir esta conducta en adolescentes.

Las cifras de tentativas de suicidio infanto-juvenil en Baleares han aumentado un 30 % desde la pandemia. Son unos datos preocupantes...

Veo esas cifras, y le digo que Baleares es el ejemplo a seguir en el resto de comunidades. Desde el Observatorio Autonómico del Suicidio son pioneros y se están haciendo muy bien las cosas. En Cataluña, por ejemplo, las cifras de tentativas de suicidio en las generaciones más jóvenes han aumentado un 300 %, y hemos pasado de atender 240 casos a más de 1.000 en 2021.

¿En qué estamos fallando a las nuevas generaciones?

Les fallamos en muchas cosas. Los chavales están muy confundidos, les obligamos a a resolver problemas como si fuesen adultos. Y un chaval de 14 años tiene 14 años, todavía tiene que desarrollarse. Le pongo un ejemplo. En lugar de felicitarles por cómo se han portado durante el confinamiento y la pandemia, les victimizamos. "Os han robado dos años". Pero cómo podemos decirles eso. Otro fallo: les obligamos a que se sientan exitosos. Si no eres un crack, eres un fracasado. Hay que proveer a niños, adolescentes y adultos de herramientas para afrontar, tolerar y disfrutar la vida. Y para eso hace falta una revisión social muy profunda.

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Las redes sociales tampoco deben ayudar...

Otro gran fallo de esta sociedad. Los niños y adolescentes no deben ,tener redes sociales, y punto. Si no dejamos a un chaval solo en un barrio conflictivo por miedo a una agresión física, por qué les damos vía libre en redes sociales cuando es mucho más peligroso. Imagínese las horas que pasan en Instagram, por ejemplo, donde solo hay imágenes positivas, de momentos felices, triunfantes y envidiables. La sensación de fracaso que les genera en brutal. Los estudios demuestran que aumentan las tentativas de suicidio y los casos de trastornos de la conducta alimentaria (TCA).

Cómo afronta una familia la tentativa de suicidio de su hijo

Con mucha dificultad. Muchos padres siguen pensando que si la sociedad se entera, su hijo va a estar estigmatizado. Tengo un caso en el que los progenitores dijeron en el colegio que su hijo había faltado a clase porque le estaban haciendo las pruebas de alergia, en lugar de explicar que había estado ingresado por intentar quitarse la vida. Eso es fatal, El alumno volverá a clase y los profesores no cambiarán nada para ayudarle. Hemos adelantado mucho, pero todavía queda mucho camino por recorrer.

¿Se sigue viendo como un estigma?

Familias y supervivientes viven en la clandestinidad y con una sensación enorme de culpabilidad. En el caso de los menores hace falta más prevención y asumir los datos que destapan que el 10 por ciento de los jóvenes ha tenido la idea de quitarse la vida antes de la edad adulta y un 4 por ciento lo ha intentado. Eso quiere decir que en una clase de 25 alumnos 4 lo han pensado y uno lo ha intentado. Y luego te vendrá un profesor diciendo que eso no sucede en su curso. Quizá es que no lo ha detectado, le diría yo.

¿Está de acuerdo cuando se dice que estamos criando a una generación de cristal?

Totalmente en contra. Los chavales son un reflejo de sus padres. Cometen los mismo errores. Son los padres los que no toleran la frustración, los que no quieren ver a sus hijos pasarlo mal. Los jóvenes siguen el ejemplo de lo que ven en casa, de lo que hacen sus padres.