El cónsul general de Marruecos en Baleares, Abdellah Bidoud, sentado en su despacho.  | M. À. Cañellas

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El cónsul general de Marruecos en Baleares, Abdellah Bidoud (Ifrane, 1964), es consciente de que uno de los principales problemas de la comunidad marroquí es el fracaso escolar y lo silenciada que está frente a la Administración y la política. Anuncia nuevos proyectos culturales justo cuando las relaciones entre España y Marruecos empiezan un nuevo capítulo.

¿Cómo valora que España y Marruecos reabran sus fronteras terrestres tras dos años cerradas?
—Significa que Marruecos tiene una única palabra y así lo ha demostrado. Ambas poblaciones están muy contentas.

Marruecos prolongó el cierre para evitar el tráfico de mercancías entre ambos países.
—Pienso que no es interesante regresar atrás y decir de quién fue la culpa. Lo más importante es que las fronteras estaban cerradas de ambos lados y ahora se han tomado decisiones en conjunto. Lo que podemos felicitar es el nuevo clima que se ha creado y el compromiso de los países para tirar hacia adelante.

En 2017, este consulado trazó una hoja de ruta con Cort para estrechar los lazos con Tánger. Sin embargo, no ha habido ningún avance.
—No tengo, hasta ahora, una forma de visión sobre este proyecto, pero creo que el frío, la distancia, ha podido desvanecer la situación. Si retomamos el contacto, las cosas volverán a ser interesantes para ambas ciudades. Tánger está en una región con nuevas infraestructuras, como su puerto, donde se han hecho grandes avances y muy interesantes para el Mediterráneo, y también por el cambio de negocio que se está produciendo. No descarto buscar soluciones para estrechar lazos. Y si no es en Tánger, será en otras ciudades.

¿Cómo por ejemplo?
—Existen lazos geográficos entre Baleares y otras zonas de Marruecos, en el norte y centro, o como por ejemplo Dakhla. Las Islas tienen la necesidad de importar fosfato para la agricultura y esto lo pueden facilitar muchas ciudades marroquíes. Por lo tanto, hay intereses tanto económicos, humanos y culturales. Mi misión es buscar intereses comunes para conectar a las autoridades baleares y sus empresas con las redes de Marruecos y dar una nueva forma a sus relaciones que no sea solo el tema de la inmigración.

¿Cómo se evitará emigración de personas por mar, un problema que afecta en especial a Baleares?
—En la última comisión en Marruecos se concluyó la necesidad de trabajar de forma mutua para contener esta forma de inmigración irregular. De buscar todas las medidas de legalización. Marruecos ha contenido olas de inmigración de los países del sur del continente, por eso es importante buscar una estabilidad política que luche contra los movimientos terroristas a fin de que este flujo no llegue ni al Reino ni a las costas españolas.

¿Cuáles son las demandas de la comunidad marroquí?
—Más mezquitas, formación de imanes y ampliar las sepulturas en cementerios, sobre todo. En el Consulado tenemos censados unos 30.000 residentes, de los cuales, según nos cuentan las asociaciones, hay 10.000 con nacionalidad española. Los marroquíes son una comunidad muy trabajadora y respetuosas de la ley. Sin embargo, es a su vez silenciosa y casi invisible en el paisaje político y administrativo y en cuanto a sus reivindicaciones.

Hay familias que se quejan porque no pueden enterrar a los difuntos . ¿Cómo se solucionará?
—Es un tema que concierne a la Administración local, el Consulado no puede participar y tomar decisiones. Nuestro trabajo es tomar nota de las carencias de los familiares y trasmitirlas a las autoridades. Sin embargo, el alcalde de Palma nos ha informado que trabaja para solucionar este problema. Ha sido comprensivo con el tema.

¿Qué problemas afronta esta comunidad en las Islas?
—Uno de los principales problemas que hemos visto es que hay un alto porcentaje de fracaso escolar. Muchos niños de familias marroquíes no llegan a las universidades. La cultura es muy importante para dar un equilibrio mental e intelectual a los niños. Junto con las autoridades públicas, debemos reforzar el aprendizaje y también potenciar actividades para las marroquíes.

¿Hay falta de conocimiento de la cultura marroquí?
—Es el deber de un cónsul dar a conocerla. Vamos a iniciar un proyecto con las autoridades baleares que pasa por programar una semana cultural para presentar el patrimonio cultural de Marruecos, la gastronomía, artesanía, cine o literatura, además de las tradiciones del país. El evento queremos llevarlo a cabo en Palma y se convertirá en una cita anual. Esta será la primera edición y, si es posible, para 2022.

Usted sabe que en Mallorca hay un fuerte vínculo con el pueblo saharaui. ¿Cómo cree que afectará aquí este nuevo capítulo entre Marruecos y España?
—Se ha demostrado en los últimos días que la verdad no puede tener dos caras. Marruecos tiene más del 80 % del pueblo saharaui que vive en las provincias del sur de manera digna, y saben que la mentira tiene sus límites. Al hablar del Frente Polisario, hablamos de una organización que solo representa a un 20 %; han secuestrado a niños, matado y violado a mujeres. No se puede seguir cerrando los ojos a esto.