El proceso electoral en la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Mallorca ha vuelto a desempolvar los fantasmas del pasado y a provocar casi un déjà vu de lo que ocurrió en las de 2018. Para evitar la desunión empresarial, el Govern ha puesto en marcha todos los mecanismos posibles y utilizado, cual ‘Pegasus', la información necesaria para lograr una entente cordiale. El actual presidente, Antoni Mercant, que representa ahora los intereses de Baleària, ha visto que pese a contar con la confianza del Consolat, el elegido es el presidente de la sociedad de garantía recíproca ISBA, Eduardo Soriano, que, por lo visto, cuenta con el beneplácito de la mayoría de los grupos que componen la Cámara. En caso de salir elegido, Soriano no sería el primer presidente de una sociedad de garantía recíproca en ocupar dicho cargo.
El presidente de Afigal SGR y de la Cámara de Comercio de A Coruña, Antonio Couceiro, compatibiliza ambos cargos sin problema alguno. El tejido empresarial que engloba la entidad cameral se queja, mejor dicho está descontento, por la estrategia de la entidad tutelante: la Conselleria de Transición Energética, Sectores Productivos y Memoria Democrática, que está en manos de Juan Pedro Yllanes. Afirman que ha habido un «ninguneo» político durante esta legislatura con lo que es y representa una institución con más de 135 años. No hay sintonía alguna con el equipo de Yllanes, principalmente por algunas declaraciones poco diplomáticas con los gestores camerales.
CAEB y PIMEM, así como el Consolat, quieren un proceso tranquilo, sin aspavientos y que no haya sorpresas de último momento. La Cámara va a afrontar en los próximos cuatro años retos de gran calado, entre los cuales destacan el reparto de los fondos comunitarios Next Generation para incentivar la economía circular, sostenible y medioambiental. El Govern quiere evitar las imágenes de 2018, en el que el candidato Bartomeu Bestard perdió la confianza empresarial en el último momento por salirse del tiesto oficial, lo que provocó que Mercant fuera la bala de recambio que se buscó en el último momento para apaciguar los ánimos y tranquilizar a la presidenta del Govern, Francina Armengol. Hace cuatro años el espectáculo que se dio no estuvo a la altura de las circunstancias y manchó, en cierto modo, la imagen de la entidad.
Ahora, patronales y Govern buscan potenciar al máximo la Cámara y lograr que recupere el lugar que le corresponde como institución que representa los intereses comerciales de todas las empresas de la Isla. Como es lógico, en las elecciones de representantes de este año hay muchos cambios, pero algunos que parecía que habían sido descabalgados han llamado a las puertas correspondientes para pedir árnica y no quedar fuera del pleno de la Cámara. La entidad, guste o no a sus detractores, cumple una función esencial en materia de comercio exterior, formación dual, arbitraje y en la creación de empresas. Es apolítica y engloba a empresarios de todos los colores, de ahí que según quien esté al frente de la misma no debe suscitar problema alguno y dar la sensación de tranquilidad y diplomacia para afrontar retos, proyectos y firma de convenios. Hecha esta apreciación, añadir que se han producido movimientos en todos los grupos para elegir a sus vocales. Las próximas semanas van a ser claves, porque la rueda de la fortuna puede dar muchas vueltas y alguna de ellas en sentido contrario de lo previsto. En una coyuntura tan compleja, después de dos años de vaivenes e inmersos en una situación donde los costes empresariales se han disparado, urge unidad empresarial. También es cierto que estamos ya en plena campaña preelectoral y los partidos no quieren sustos innecesarios.
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