Un hombre empaqueta naranjas para ser exportadas. La fotografía se incluyó en el libro ‘A Cotagge in Majorca’ (1936), de Lady Sheppard, que llegó a residir en Fornalutx, donde era conocida como ‘sa senyora rica’.   

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«Aunque estas montañas tienen una altura modesta, se parecen a las grandes cimas. Una hora de caminata me lleva hasta la cima del Puig Major, a la cual no es difícil llegar, porque un caminito sube hasta la cima. Cogí un atajo con rocas poco escarpadas. Desde la cima se podía ver toda la isla». Marie de Behen fue el pseudónimo que utilizó la princesa de origen ruso Marie Wolkonsky (1875-1960) para firmar esta descripción incluida en Mallorca (Baleares), un libro de viajes que publicó en 1910.

La calidad de las fotografías de la excursión y de otros paisajes de la Isla que salen en esta obra cautivaron al historiador del arte Jaume-Bernat Adrover Artigues, que siguió el rastro de Wolkonsky. Tras cinco años de investigación publica Dones viatgeres a Mallorca (segles XIX-XX). Del silenci a la descoberta (Lleonard Muntaner Editor), que el jueves presenta en el Museu de Mallorca junto a la prologuista e historiador del arte Aina Pascual y el catedrático de Historia del Arte de la UAB Marià Carbonell. El volumen rescata del anonimato el legado de 16 mujeres, muchas de las cuales se vieron obligadas a firmar con pseudónimos para poder publicar. Todas ellas viajaron a Balears para «salir de las rutas más típicas», como Grecia e Italia, comenta Adrover.

Nina Larrey, que salvó a miles de refugiados de la Gran Guerra.

Retrato de la escritora y periodista
C. García Guardiola.

George Sand es la única conocida y marca el inicio de la investigación porque su libro Un invierno en Mallorca (1841) atrajo al resto de protagonistas, salvo a Lady Elizabeth Mary, que visitó la isla simultáneamente. Sin embargo, Sand desataría pasiones u odios entre    estas mujeres. El flujo de viajeras se detuvo con la Guerra Civil, de la que fue testimonio Lady Sheppard. «Llegó a residir en Fornalutx, donde era conocida como ‘sa senyora rica'», afirma el historiador, y destaca que antes de tener que huir narró la sublevación en la Isla. El perfil de las mujeres estudiadas es de escritoras, periodistas, historiadoras del arte, arqueólogas y musicólogas, casi todas procedentes de familias acomodadas.   

Probablemente sea Marie de Behen el día de su boda.   

Una mirada única

«Sus obras ofrecen una mirada única de Mallorca, que no tiene nada ver con la de los viajeros ya conocidos», asegura el autor. «Aportan un relato descriptivo, con fotografías incluidas, sobre una isla extinta», continúa, y añade que se documentaban mucho. Casi todos los libros que publicaron tienen un mapa y un resumen de la historia de Mallorca. En otros casos se recuerda figuras importantes de las Islas, como Ramon Llull. «La visión de estas mujeres no es la de una turista que simplemente describe porque todo lo enlazan con la historia», reitera Adrover. Aun así, no esconde que algunas tuvieran una mirada colonialista.

Acompañantes de Marie de Behen subiendo al Puig Major en 1910.

Mari Consuelo García Guardiola es la única de las 16 que no era extranjera. Escribió Mallorquinas, libro publicado en 1929. Durante una excursión con amigas al Puig de Maria, explica que abrieron una botella de champán que «aumentó» su «habitual optimismo». Además, criticó el turismo convencional:«Van con un programa trazado de acuerdo con su arraigado prejuicio y en unas horas pretenden obtener una visión completa». En este sentido, la francesa Claude Devernn (imagen circular) destacó el «encanto» de las «pequeñas playas sin chalets, sin hoteles, solitarias como el primer día del mundo». La norteamericana Nina Larrey fue la «más feminista», según Adrover. Criticó el antisemitismo contra los xuetes y denunció que en el Círculo Mallorquín no pudieran entrar mujeres. También reivindicó a la pintora Pilar Montaner y montó una organización que salvó a miles de refugiados de la Gran Guerra.