Un paseante pasa por delante de una tienda de ropa en la calle Jaume II.  | Jaume Morey

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El comercio se prepara como puede para hacer frente a una caída de las ventas que está siendo más acusada de lo normal para esta época del año. La inflación, por un lado, ha reconfigurado los hábitos de consumo para reorientarlos hacia el racionamiento y apelotonar los picos de gasto, aún más si cabe, en los periodos de rebajas. Por el otro, el calor de un verano interminable supone un palo añadido para el sector textil, incapaz de dar salida a las prendas de invierno que llenan los escaparates.

El miedo a la crisis está incentivando el ahorro. Asimismo, desde las patronales comerciales de Balears, Afedeco, Pimeco y Pimem-Comerç, se asegura incluso que el temor a los repuntes de precios en el sector de la alimentación –habituales en Navidad pero que este año pueden batir records– han hecho que muchos consumidores estén aprovechando para adelantar un mes (suele empezar en noviembre) el aprovisionamiento navideño y llenar el congelador. De hecho, muchos de los bonos lanzados por el Govern para potenciar el comercio de proximidad se han invertido en productos alimentarios.

Regular las rebajas

Por otro lado, la campaña de bonos ha supuesto un balón de oxígeno importante por su doble papel de dinamización de la actividad y fidelización de la clientela. No obstante, teniendo todo en consideración resulta insuficiente, señala el presidente de Afedeco Toni Gayà, ya que se preferiría una actividad más regular, equilibrada y sostenida en el tiempo.

«La gente se ha acostumbrado a comprar siempre con descuentos». En ese sentido, afirma que el comercio vive en una montaña rusa que alterna periodos de concentración de las ventas –campaña de bonos, Black Friday, rebajas de invierno...– con bajones cada vez más desoladores. «Antes del verano ya pasó lo mismo. En la pandemia aprendimos que no es necesario tener un armario tan grande como el de antes», señala.

Es por ese motivo que el pequeño comercio insiste en regular de una vez por todas las rebajas. El Black Friday –25 de noviembre– fue concebido como un solo día, aunque, se queja ToniFuster, presidente de Pimeco, eso ya es hoy una premisa muy voluble que perjudica a los pequeños. «El Black Friday se ha diluido muchísimo: las grandes superficies estiran hasta diez días o más y también el comercio on-line. Es una pena porque todos habríamos salido ganando manteniéndolo como en su origen».

Un motivo más para que, reivindica Miquel Àngel Salvà, de PIMEM-Comerç, «que se regulen ya las rebajas y que todo el mundo empiece y acabe cuando realmente toca». Salvà critica que grandes superficies y empresas on line aprovecharán la excusa del Black Friday para mantener descuentos de hasta un 30 % durante semanas.

En cuanto al agujero que va a suponer este mes de octubre para la venta de ropa, Salvà argumenta que este es un motivo más que impulsa a los comerciantes a «cambiar el timing» en la adquisición del género. Las altas temperaturas, en torno a los 30 grados de máximas y con noches muy calurosas, no están animando a los ciudadanos a comprar prendas para el frío. Desde las grandes superficies corroboran este descenso generalizado de las ventas de textil y calzado. Y las previsiones de la Aemet no auguran un gran cambio hasta mediados de noviembre.