Normativa. Desde el servicio de Urgencias del 061 piden una mayor educación vial, inciden en limitar la velocidad y lamentan que el uso de casco sea sólo una recomendación, visto el tipo más habitual de lesiones en las caídas. | Gemma Marchena

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En los últimos años los conocidos como vehículos de movilidad personal han pasado de ser algo anecdótico a invadir carriles, aceras y calzadas sin que la sociedad en su conjunto esté preparada para esta revolución vial. Si en 2020, año de inicio de la pandemia y con un confinamiento de la población, el SAMU061 registró 258 atendidos por accidente de patinete; la cifra creció a 400 el año 2021 y casi se triplicó hasta los 696 el año pasado. En 2022, este servicio sanitario de urgencias atendió, de media, a dos personas al día por un accidente en patín eléctrico.

Esta semana una víctima por atropello, María Fuster, iniciaba en Palma la campaña ‘Patinetes y bicis a raya' para que este tipo de vehículos dejen de invadir espacios destinados a los peatones. Sin embargo, sólo el 18 % de los atendidos sanitariamente por el 061 a causa de un patinete eléctrico ha participado en un accidente o en un atropello. «Lo más habitual, en el 70 % de los casos, es socorrerles a causa de una caída o bien porque se han dado un golpe contra una farola o un muro», explicaba esta semana el director médico del SAMU061, el doctor Txema Álvarez. «Sucede mucho más una caída por sí solo, que con un vehículo implicado pero es que son impactos de alta energía porque van a mucha velocidad». añade.

Según los datos del año pasado, en la gran mayoría de accidentes graves de patinete eléctrico, la víctima se dañó alguna extremidad. Es decir, el 54 % de los atendidos tuvo una rotura o patologías similares en brazos o piernas.

Sin embargo, lo que más llama la atención, por su gravedad, es que el 31 % de los accidentados tuviera un traumatismo craneoencefálico. Y es que «el casco sigue siendo una recomendación, no una norma, igual que el seguro», explica el doctor Álvarez, quien además señala que «no es excepcional que en pacientes de difícil manejo haya secuelas».

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El 061 realiza un seguimiento de hasta un mes después del suceso. Desde el servicio advierten que en el 3 % de los casos del año pasado hubo una lesión vertebral y, aunque se desconoce todo el proceso clínico de las víctimas, «al menos dos pacientes han quedado en silla de ruedas».

Txema Álvarez quiere destacar otro dato sobre los pacientes que «tienen más números para acabar en la UCI», indica, y es que «las intoxicaciones por drogas o alcohol están presentes en el 5 % de los atendidos». ¿Por qué puede suceder? El especialista opina que podría ser porque «al ser un vehículo de movilidad personal e ir sin motor se deben sentir más inmunes a que te paren para hacer un control de drogas. Creo que además influye el que se venda como algo más recreativo», añade.

El 061 lleva a este tipo de pacientes al hospital más cercano pero el destino para los traumas graves es Son Espases, con quien mantienen una relación constante. «Quienes van a la UCI entran, en el 92 % de los casos, por un traumatismo craneoencefálico», incide Álvarez.

La horquilla de edad de los atendidos es variopinta ya que se contabiliza a los conductores y en el caso de atropellos al otro vehículo o al peatón. «Van de los 10 a los 75 años», señala. Pero curiosamente la franja que más se ha incrementado es la de los 10 a los 20. Y es raro porque la edad mínima en España para circular con un patinete eléctrico de manera legal ha quedado fijada en 16 años. El año pasado, el 15 % del total de los accidentes graves de patinete eléctrico (101) tenía entre 10 y 29 años.

Punto de vista

Poco me parece

La convivencia del espacio público se está convirtiendo en un auténtico suplicio, en especial para el que se supone que es el principal objetivo de los desvelos de nuestros próceres: el peatón. Ir andando por la calle supone tener que hacer frente a los muchos irresponsables que circulan por las aceras con bicicletas o patinetes, la mayoría a velocidades inapropiadas para evidenciar la endeblez del ser humano cuando se pone a merced de algunos artefactos.