El grupo de moteros , y delante los tres mallorquines que participan en esta concentración de Moteros Sordos de España. Visitaron este jueves el Castillo de Bellver. | Teresa Ayuga

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«¿Pero una persona sorda puede conducir una moto?». Es una de las preguntas que se plantea una persona oyente y la respuesta es clara: «Sí». Es el mensaje que quiere transmitir el colectivo a través de la Concentración anual de Moteros Sordos de España. Este año, en concreto, han escogido Mallorca para recorrer las carreteras de la emblemática Serra de Tramuntana. Desde este jueves y hasta el domingo, día 25, un total de 70 personas sordas, entre ellas participan tres mallorquines, y 50 motocicletas, celebran en la Isla su XXVIII edición con mucha ilusión.

Es la primera vez que recala este encuentro nacional en Baleares. «Cuando decidimos venir a Mallorca, pensamos que habría motoristas sordos. Contactamos con la Federación de Personas Sordas de Balears para que nos ayudase y estamos felices de que tres mallorquines se hayan sumado a este evento», explicó el presidente de los Moteros Sordos de España, Armando Palacio.

Los mallorquines son Jaime Torrens, José Manuel Cordero y Andrei Kalinin. Se conocían porque desde hace muchos años comparten la misma pasión: las motos. Pero es la primera vez, para los tres, que participan en este encuentro de moteros sordos. «Seguramente repetiremos el año que viene», confiesan incluso antes de comenzar la ruta. Sí que reconocen que en Balears no hay tanta afición como en otras comunidades, por lo que esperan dar más visibilidad a este tipo de concentraciones.

Ruta

El grupo llegó este jueves a primera hora con un barco procedente de Valencia. La primera parada fue visitar el Castell de Bellver. Una intérprete de lengua de signos se encargó de ayudarles a conocer parte de la historia del castillo. Al mediodía llegaron al restaurante Los Últimos Mohicanos.

Ayer fue un día de descanso y será este viernes cuando empiecen la marcha. «Solemos estar en marcha desde primera hora de la mañana hasta la tarde. Es decir, de las motos no nos bajamos», explica Armando. Sobre los prejuicios, reconoce que «todavía tenemos una sociedad que piensa que las personas sordas no pueden conducir. Por suerte, eso cada vez está mejorando».