Primer batallón femenino de los Moros y Cristianos de Pollença. | Youtube Ultima Hora
«La cultura y las tradiciones, son del pueblo y para el pueblo. Aparecen, cambian y otras se mueren, pero mientras sigan vivas nos pertenecen a todas y a todas». Las palabras del pregón que ‘Sor Tomasseta' pronunció ante miles de personas en la Mucada de Sineu (la madre de las neofiestas del verano) reflejan el cambio que las mujeres impulsan en las celebraciones patronales. La equidad aún es una quimera, pero siempre hay y ha habido pioneras que hacen rodar la rueda.
Mujeres cossiers que no son damas, dimonis en Sant Antoni, glosas feministas, Un batallón femenino en los Moros y Cristianos… Son pequeños avances en una carrera en la que aún queda mucho espacio por recorrer. Colectivos feministas como ses Madones de sa Festa de Artà o la Mala Pécora de Pollença son la cara más visible de un fenómeno nacido alrededor de las propias fiestas populares con el objetivo de que sirvan de motor de cambio.
Especialistas en la materia, como la filósofa y teóloga Rosa Cursach (exconsellera de Igualdad) creen que «promover este tipo de cambio de roles ayudará también a reducir las agresiones sexistas en las celebraciones». Fundadora de la entidad Creients i Feministes es colaboradora del grupo Desigualdades, Género y Políticas Públicas de la Universitat de les Illes Balears (UIB).
El antropólogo cultural Marcel Pich, autor del libro Les neofestes a Mallorca, Gimcanes, senyeres, déus pagans i mobylettes ha estudiado a fondo las fiestas populares de Mallorca y su evolución. Para Pich «las fiestas populares (entendiendo como tales las que hace el pueblo y escapan del poder institucional) tienen otras dinámicas que las que llamamos tradicionales. No hay las mismas limitaciones de tipo conservador y el papel de las mujeres es imprescindible. Por ejemplo la fiesta de la Mucada no se entendería sin la Muca y todo el despliegue de mujeres que la acompaña». El antropólogo es de la opinión de que «allí donde la fiesta sea popular siempre hay una evolución. En este momento la cuarta ola occidental feminista ha generado más conciencia y en la fiesta como institución social las mujeres ejercen poder, organización, discurso y participación». «Aquello que llamamos tradición al final es un discurso», dice.
Cossiers
Xisca Rosselló y Aina Sastre se convirtieron en 2016 en las primeras mujeres cossiers de la colla d' Alaró donde incluso la dama era un joven. Reivindicaron un papel protagonista, hasta entonces reservado a los varones. El pueblo se dividió entre partidarios y detractores y se armó un buen revuelo, pero pasado el temporal llegó la calma. Ese mismo año bailaron en el papel de dama y en 2017 se estrenaron en el resto de papeles.
«Coincidiendo con el 25 aniversario de la recuperación de los bailes de los cossiers el chico que bailó el primer año de dama quería volver a hacerlo y dijimos que nos parecía bien si bailábamos como cossiers», dice Sastre. «Hoy la presencia de las mujeres en la colla está totalmente normalizada. Nadie volvió a cuestionarla y ahora somos 23 cossiers de los que 8 somos mujeres», añade.
Actualmente todas las colles de cossiers de Mallorca tienen mujeres salvo la de Montuïri. En algunas, las mujeres solo bailan en el papel de damas, pero en otras bailan indistintamente en cualquier papel. De hecho en Son Sardina (Palma) quienes recuperaron los bailes ancestrales fueron un grupo de mujeres. Pollença, donde hasta ahora las chicas siempre eran damas ha abierto la posibilidad de que bailen otros papeles. Así lo explica Llorenç Vila, miembro del colectivos de los Cossiers de Pollença que realizó el anuncio en las últimas votaciones para elegir a la dama de 2024 a principios de este verano.
«Los cossiers de Pollença se perdieron a principios del siglo XX y en el 81 (80 años después) se recuperaron buscando fotos antiguas. Son doce hombres que bailan los cossiers y la dama es la única chica. Cada año se hace un sorteo para que las chicas del pueblo puedan aspirar a bailar la dama, hasta ahora único personaje femenino de las fiestas», recuerda Vila. El representante del colectivo explica que «en el 81 la sociedad no igual que ahora» y que incluso, en algunos pueblos la dama era un hombre por el veto a las mujeres a participar en la fiesta. El cambio no solo era necesario sino que se veía venir. Es ley de vida. O evolucionas o mueres. Lo mejor es que el hecho de que las mujeres vengan a bailar con los cossiers no es una decisión que hemos tomado dos o tres personas, es una decisión en la que también ha participado la gente que en su momento recuperó los bailes. Han sido ellos y ellas los que han tenido la iniciativa».
Llorenç Vila defiende que la palabra cossier no tiene género y que cualquier persona puede ser cossier. En estos momentos ya hay tres mujeres aprendiendo los bailes aunque es pronto para decir si se estrenarán o no en la Patrona de 2024. «Es difícil decir cuándo ocurrirá. Hay tres chicos que este año se han quedado sin poder bailar y forzar a que baile una chica quitando un chico que lleva ensayando los últimos tres años es algo que hay que pensar bien. Que hay la posibilidad de que baile una mujer cossier es innegable», dice el cossier. Vila explica que tras el anuncio del cambio le llegaban «determinados comentarios machistas que te hacen pensar que la sociedad todavía no está preparada para según qué. Me sorprende que se ponga a la defensiva». Con el paso de los meses la situación se ha calmado.
Actualmente Montuïri es la excepción dentro del mapa común de las colles de cossiers de Mallorca. Allí solo bailan los hombres, pero comienzan a soplar aires de cambio. Cada 15 años el Ajuntament envía una carta a una quintada de chicos en la que les invita a formarse como cossiers, . Ahora se habla de que por primera vez las chicas de la próxima quintada también recibirán la misiva.
«Lo de los quince años es algo que se hace pero no está escrito en ningún sitio. Cuando los actuales cossiers se retiren (que no está previsto que sea este año ni el siguiente) si yo sigo en el cargo tengo claro que enviaré la carta a todos. No me planteo lo contrario», explica la alcaldesa Paula Amengual. No obstante es consciente de que «es un melón que no se ha abierto aún oficialmente y obviamente habrá gente que no lo vea igual que yo». «Para mi no tiene que haber debate, la realidad se impone y los tiempos cambian. Todos somos iguales, se represta a una figura que es un cossier con independencia de quién se ponga debajo del traje», concluye.
Desandar el camino
Este 2023 los colectivos feministas muestran especialmente su preocupación porque se pueda desandar el camino avanzado hasta la fecha. El Much de Sineu, en su intervención del 7 de agosto ante una marea rosa de miles de personas se refirió sin tapujos al asunto: «Me han hablado de discursos de odio, me han hablado de pactos que han hecho que estos discursos de odio hayan llegado a las presidencias autonómicas y no lo puedo entender. Como criatura arcaica y como personaje con pocas letras, no comprendo como ha podido pasar eso, ya que cuando salgo cada año veo mucho color, libertad y muchas ganas de disfrutar todos juntos, sin importar color, sexo u orientación sexual. Y creo que es por eso por lo que me cuesta encajar el golpe», dijo.
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«Mirad a vuestro alrededor, tanta gente, tan diferente a la vez y conviviendo allí mismo, con respeto, todos iguales y sin discriminaciones. Y es que al fin y al cabo eso es la libertad. Poder hacer lo que uno quiere respetando siempre al otro, sin incomodar y aceptando que la sociedad ha evolucionado, que ya no nos tenemos que esconder, que la figura de la mujer es clave, no lo olvidéis y hemos de realzar su papel, fomentemos la igualdad en todos los ámbitos». Ni siquiera este memorable discurso del Much evitó que durante la Mucada una joven denunciara una presunta agresión sexual.
Aunque todo pueblo tiene su patrón y su patrona lo cierto es que en la mayoría de celebraciones no existe la paridad más allá del santo o virgen que se festeja. El Much es una de las contadas excepciones. «Nació el 14 de agosto de 2004 de una comida de hombres. En un momento dado un par de jóvenes hablábamos de otros pueblos con fiestas más sonadas y tuvimos la idea de sacar el Much por influencia de una rondalla. No aspirábamos a hacer una fiesta para todo el pueblo y mucho menos que trajera a gente de toda Mallorca», cuenta Joan Munar, uno de sus impulsores. En 2005 encargaron al artesano Miguel Tugores que les hiciera una careta y «dio más aire a la fiesta que fue más guapa» recuerda.
«La expectación había ido en aumento, la fiesta comenzaba a tener nombre, a darse a conocer y las mujeres enseguida dijeron que querían participar. Le pedimos a Miguel Tugores que hiciera una careta de la Muca y dos hombres interpretaron a las egues fufes que eran su corte. De ahí salió el encuentro entre el Much y la Muca tal y como lo conocemos hoy, que se hizo por primera vez en 2006. No hubo ningún debate ni ningún drama, las mujeres vinieron con toda la naturalidad y ya está. Al principio se hacían comidas por separado y fue algo que se consolidó, sobre todo por parte de las mujeres y que evolucionó en el dinar de maravelles en años posteriores. Las amigas de sa Muca y la gente que quería participar se juntaba para comer, no sé si como reacción a las antiguas comidas de los hombres», explica Munar.
«La incorporación de las mujeres a la fiesta fue masiva y a partir de ese momento la fiesta comenzó a subir y a aguantar. Si solo hubieramos sido los hombres hoy a lo mejor ya no hablaríamos del Much. Ahora en la organización Much and Fundation la mayoría son mujeres. El auge de la fiesta se explica a través de su incorporación», resume el cofundador de la Mucada. En su opinión el crecimiento exponencial de la Mucada se explica en parte «por el colorido y la alegría que transmite y sobre todo porque todo el mundo es acogido y bienvenido».
Magdalena Genovart fue la primera Muca de Sineu en el año 2006. «Creo que esta fiesta es feminista porque se creó de una forma natural, no necesitamos batallar nada. Un año dijimos que queríamos venir a la fiesta y al año siguiente pedimos la Muca y nos hicieron la careta. En el Much no hay ni patronato ni instituciones, todo es fácil y espontáneo. Debía ser así», dice Genovart.
Moros, cristianos y cristianas
Entre las batallas feministas ganadas en las fiestas populares de Mallorca está la recuperación en 2019 de la embestida de las mujeres en el simulacro de los Moros y Cristianos de Pollença descrita por Ramon Picó i Campamar alrededor de 1859-1860, pero que desapareció con el paso del tiempo y fue silenciada durante años.
Liderado y coordinado por la Mala Pécora, un grupo numeroso de mujeres se organizó y de acuerdo con los cargos (Joan Mas, Dragut y el Ajuntament Vella), realizó con éxito la envestida en Sant Jordi haciendo recular a los moros. La COVID-19 imposibilitó repetir la gesta en los años siguientes pero en agosto de este año las pollencines han vuelto a dar la talla. Con el miedo inicial de que pasada la novedad no hubiera mujeres suficientes para crear el batallón, la comisión del batallón femenino hizo un llamamiento público a principios del verano y en solo tres días se apuntaron numerosas voluntarias.
Si en algún sitio no faltan candidatas es entre los dimonis de Manacor. La oferta supera en mucho a la demanda. Magdalena Pérez hizo historia a principios de 2023 cuando se convirtió en la primera mujer en bailar dentro de la colla oficial de Sant Antoni en Manacor. «Realmente fui consciente de que hacía historia después, al ver la repercusión mediática. Las fiestas las he vivido siempre mirando, en vez de en primera línea como figura protagonista», explica.
A la espera de saber qué ocurrirá en Sant Antoni 2024, Pérez opina que «Manacor ha dado un paso importante y que más pueblos lo seguirán. Es un paso adelante no solo por dejar bailar a una mujer sino por el hecho de democratizar la fiesta». «¿Hacia donde irá? Espero y deseo que siga en este camino y sería un buen paso que el próximo año bailara una mujer el día de Sant Antoni en lugar de hacerlo una semana antes como lo hice yo. El hecho de ser hombre o mujer no debería impedirte participar de manera activa», concluye.
En Artà Ses Madones de sa Festa, son un ejemplo de que la lucha feminista se puede hacer desde la propia fiesta tradicional en lugar de enfrentarla desde fuera. Utiliza las propias herramientas de las celebraciones (en este caso las glosas) para combatir la desigualdad. Maria Lliteras y Aina Ferragut son las caras más visibles de este proyecto que se ha hecho viral en redes sociales. Cuando en 2018 el actual Dimoni Gros heredó el cargo de su padre, Lliteras y Ferragut promovieron una campaña en redes sociales que desde entonces ha venido recogiendo glosas que reivindiquen el papel de la mujer dentro de las fiestas populares.
En aquél momento que una mujer hiciera el papel del Dimoni Gros era impensable y posiblemente sigue siéndolo, pero Lliteras y Ferragut dieron un giro de guión aprovechando las glosas para redefinir Sant Antoni. Deixau pas a aquestes dones i escolau el que hem de dir. Aquells vells costums d'ahir necessiten regles noves, dice una de sus glosas más populares. «No ha sido un camino fácil y de hecho hemos recibido más reconocimientos fuera que dentro del pueblo. Hay un equilibrio comlicado entre mantener la tradición para no perder la herencia cultural y la reivindicación de las mujeres como protagonistas», dice Maria Lliteras. Sueña con que en un futuro las niñas que hoy sueñan con ser el Dimoni Gros puedan acabar representando ese papel protagonista.
«Veo que en Artà es muy difícil pero creo que en algún momento tiene que haber la voluntad política que impulse el cambio para que no sea la Obreria la que diga cada año que no hay ninguna mujer que quiera bailar. Hay dos maneras de promover del cambio, desde el Ajuntament, o desde la presión social», concluye.
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