Mapa de riesgos de sismicidad ligados a la geoenergía. | CSIC-Imedea

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Víctor Vilarrasa es el investigador principal del proyecto Earh System Science que ha desarrollado el primer mapa mundial para reducir el riesgo de terremotos provocados por proyectos de geoenergía, principalmente por la inyección de fluidos (agua, gas) y de dióxido de carbono a grandes profundidades.

En España el proyecto Castor, aprobado en 2008 para almacenar gas en un yacimiento petrolífero agotado en el Mediterráneo (a unos 20 kilómetros de la costa de Castellón), desencadenó 519 seísmos de hasta 4,2 puntos en la escala Richter en las costas de Castellón y Tarragona. Baleares no está exenta de riesgos. «El mayor riesgo es no conocer», dice Vilarrasa. Los expertos saben que bajo el suelo de Llucmajor el agua fluye a 80 grados centígrados a 200 metros de profundidad, pero falta un estudio geológico en profundidad para conocer el potencial de Baleares para las instalaciones geoenergéticas.

Earth System Sciencie forma parte de un proyecto del Consejo Europeo de Investigación (ERC), uno de los centros de investigación más potentes del momento. «El objetivo final de nuestro trabajo es poder predecir la sismicidad con suficiente antelación para tomar las medidas necesarias que eviten que se produzcan terremotos como los que han sucedido en el pasado», dice Víctor Vilarrasa.

«El problema viene a profundidades a partir de 2 kilómetros o 1,5 kilómetros y solo en algunos casos, especialmente cuando se inyecta en rocas poco permeables. De ahí que se busquen rocas permeables como el marés que no deja de ser una arena solidificada por la que el agua y otros líquidos pueden fluir fácilmente. No siempre se encuentran rocas permeables, cuando se da con roca más rígida lo que se busca es que el agua fluya por sus fracturas, pero a veces se mueven y generalmente provoca microseismos. En el caso del Proyecto Castor generó una serie de terremotos», explica el investigador del Imedea.

El suyo es un trabajo pionero y a la vez absolutamente necesario teniendo en cuenta que la geotermia, apenas conocida para la población en general, es una de las claves de nuestro futuro energético y un modo de reducir el impacto del CO2 sobre la atmósfera. España ya ha dado los primeros pasos para aprovechar las altas temperaturas que se encuentran bajo el suelo en las Islas Canarias.

Víctor Vilarrasa, investigador principalde Earth System Science.

El proyecto de investigación del Imedea ha recopilado los casos en los que se ha producido sismicidad relacionada con proyectos de almacenamiento de fluidos a grandes profundidades o bien en proyectos para la producción de energía aprovechando el calor que existe a grandes profundidades. «Tenemos bastantes industrias como la del cemento y el acero que, aunque se sirvan de las renovables, provocan durante su proceso de producción reacciones químicas que liberan dióxido de carbono. Hablamos de 8 gigatoneladas de CO2 al año a nivel global, un 20 % de lo que se emitimos. Hay varias investigaciones y proyectos que intentan reducir la huella de carbono de estas industrias capturando el CO2 antes de que llegue a la atmósfera para inyectarlo a gran profundidad, pero es un proceso complicado», explica el científico.

Por otro lado está el uso de la geotermia para producir ‘energía limpia'. Frente a las instalaciones fotovoltaicas o eólicas (que son intermitentes porque dependen del sol o del viento) la geotermia permite producir un flujo de energía constante. «El calor de la tierra se puede aprovechar de manera continua para obtener calor o producir electricidad», explica el investigador principal de Earh System Science. Existen muchos modelos de geotermia y no todos ellos conllevan un riesgo de sismicidad o terremoto, solo los que inyectan fluidos a grandes profundidades y no en todos los casos.

Las llamadas casas pasivas (por su bajo consumo y huella ambiental) intercambian el calor con el terreno pero en ese proceso no inyectan fluidos a gran profundidad. «Aquí en Baleares como tenemos temperaturas agradables la temperatura media que hay bajo el suelo es elevada y eso viene muy bien porque es similar a la que se busca en un edificio», dice Víctor Vilarrasa.

Existen además otros sistemas que lo que hacen es aprovechar el agua de los acuíferos para el proceso. «Tiene más capacidad y necesitas dos pozos, uno del que extraes el agua para climatizar el edificio y otro en el que la reinyectas. Es un sistema cerrado y la ventaja es que si vas cambiando la dirección del flujo puedes obtener calor o frío. Este sistema tampoco tiene riesgo de sismicidad porque tiene flujos muy pequeños», añade.

Captura e inyección de dióxido de carbono

El mayor riesgo lo encontramos en la inyección de fluidos a grandes profudidades. «Sabemos que aunque nos adaptemos y cambiemos nuestros hábitos seguirá habiendo emisiones de dióxido de carbono y la única manera de evitarlo es capturar el CO2 antes de que llegue a la atmósfera e inyectarlo en profundidad, buscando las areniscas. Eso es algo que empezó a hacerse en Noruega a raíz de que en el año 1992 pusieron un impuesto para todas las emisiones en altamar relacionadas con la extración de gas en el mar. En el Mar del norte hay mucho gas natural y tiene entre un nueve y un diez por ciento de impurezas. La industria del petróleo lo separa (no lo puede comercializar) y lo emitía a la atmósfera, ahora lo inyecta en profundidad. El primer proyecto de estas características es del año 1996 y desde entonces se inyectan un millón de toneladas anuales. Este método se ha ido generalizando y ya hablamos de 40 millones de toneladas a nivel global», explica el investigador principal de Earh System Science.

La previsión es que este tipo de proyectos «se doblarán o triplicarán». «Hay un crecimiento muy grande. La industria del cemento, que no puede descarbonizarse, invierte en la captura e inyección. En España ya hay interés. Repsol fue la primera petrolera a nivel mundial en comprometerse a tener emisiones 0 en 2050. Eso implica un cambio y pasa por la captura y almacenamiento de CO2.

Por primera vez se ha invertido en España para estudiar el potencial geotérmico de cara a producir electricidad. La geotermia ya se usa en viviendas de Zaragoza, Barcelona y en algunos hoteles de Baleares», dice Víctor Vilarrasa.

Despunte nacional de la geoenegía

En Canarias ya se está apostando por la geotermia de alta temperatura. «Al ser isla una volcánica tiene mucho potencial y es más fácil llegar a alcanzar temperaturas altas. Es el sitio idóneo para empezar precisamente porque es el más fácil. En Islandia el 65% de la energía que se consume es ya geotérmica», añade.

¿Cuál es el potencial de Baleares para generar electricidad sirviéndose de la geotermia? «Es difícil decirlo. Sabemos que en Llucmajor hay una anomalía térmica. A doscientos metros en un pozo encontraron agua a 80 grados de temperatura. Eso es porque hay una falla permeable y como el agua caliente es menos densa tiende a flotar. La mayoría de termas romanas están en zonas de fallas por las que el agua caliente profunda encuentra su camino para subir y llega a la superficie. El problema es que apenas hay estudios en profundidad pero sabiendo esto el primer sitio a explorar sería este. Sería el punto más idóneo para encontrar altas temperaturas sin tener que perforar ya que a mayor profundidad hay más riesgo de mover una fractura y provocar un terremoto», señala Vilarrasa.

El proyecto Earh System Science es un registro de los lugares donde ya se ha dado sismicidad pero va un paso más allá. Recopila datos de las propiedades de la roca. «El simple hecho de saber qué se inyectaba con qué caudal y qué terremoto ha provocado da poca información para herramientas predictivas y hemos buscado las propiedades de la roca y características de las fallas (estado tensional) para identificar parámetros que nos den una idea más clara de posibles reacciones del sitio donde se quiere hacer un proyecto y el posible riesgo», explica el investigador principal.

El gráfico muestra los distintos modos de uso de la geotermia asociada a riesgos de terremoto.

«El riesgo es no tener la información. En España se ha hecho poca exploración. Se están haciendo trabajos para el conocimiento del subsuelo, pero el punto de partida es malo. Hay muy poca información aunque el Instituto Geominero va haciendo estudios», reflexiona Vilarrasa. Respecto al punto caliente de Llucmajor el investigador habla de su aparente potencial. «Hay que estudiar con más detalle por qué ocurre y si es viable. Sabemos que entre Mallorca e Ibiza en el fondo marino hay algunos conos volcánicos de hace millones de años y es posible que haya una temperatura residual más elevada y Llucmajor quedaría relativamente cerca, seguramente hay una falla que la conecta y de ahí viene la anomalía. Es algo que valdría la pena comprobar», dice.

Vilarrasa concluye que «En principio Baleares es una zona sísmicamente poco activa y esperamos que las fallas se muevan poco, pero hay que estudiarlo no se puede inyectar sin saber. Hay un potencial que hay que investigar con más detalle». Destaca que «este último año está creciendo el interés en geotermia en España». «En Canarias ya se han aprobado proyectos de exploración y poco después ha salido una convocatoria para hacer pozos geotérmicos con una inversión de 120 millones de euros de los que la mitad van a Canarias y el resto puede ir a cualquier punto de la Península y Baleares, la convocatoria aún está abierta. Es el primer paso para identificar los sitios más idóneos y hacer más exploración para ver si es viable. Imagino que irán saliendo más ayudas y eventualmente hará que despunte. La geotermia es muy poco conocida. Si se empiezan a conocer sus ventajas crecerá su uso», concluye.