Pepa Horno, quien ha sido asesora de UNICEF y ha coordinado programas de sensibilización y prevención del abuso sexual infantil en Save the Children, abordó en su ponencia La vivencia emocional de un entorno seguro y protector el gran avance de los centros educativos para convertirse en espacios seguros y agradables para los menores en nuestro país.
«Esta transformación empezó hace 15 años», dijo Pepa Horno, quien explicó que la ley de protección integral a la infancia y adolescencia frente a la violencia (LOPIVI) ya garantiza que un entorno seguro está ligado al pleno desarrollo de las niños, niños y adolescentes y, por ello, su aplicación «es obligación de las consejerías de cada comunidad», apuntó.
En todo caso, aunque sí ve una transformación física de los centros de ciclos infantiles, dista mucho de los institutos, donde no ha avanzado tanto este cambio: «Hay mucha diferencia cuando vemos un colegio lleno de dibujos de niños que decoran las paredes a ver logotipos institucionales», lamenta durante la entrevista telefónica con este periódico.
Cifras de maltrato
«No es lo mismo ser un niño víctima de maltrato hoy que hace 20 años porque ellos ya pueden hablar. Por eso las cifras de casos detectados en el teléfono contra el acoso se ha disparado y es una buena señal», apunta Pepa Horno.
En este sentido, la psicóloga añade la importancia de detectar precozmente estas verbalizaciones porque «al maltrato, durante años, no se ponía nombre y ha estado siempre presente. En poco tiempo, asistiremos a un aumento considerado de cifras, que tendremos que empezar a analizar».
Horno lamenta que todavía la violencia emocional sea una de las violencias más silenciosas, menos estudiadas y que, a pesar de ello, más crezca. «La violencia sexual deja huella, pero la emocional tarda mucho en florecer a través de problemas y síntomas relacionados con la depresión o la ansiedad. Por otra parte, en el sistema educativo, un menor puede ser víctima de chantajes, amenazas o abandono. Estas son también formas de violencia emocional dentro de un entorno educativo», detalla.
Entre las herramientas necesarias para luchar contra el abuso infantil en los colegios y centros educativos, Horno insiste en tres pasos. El primero, la revisión de los entornos a fin de garantizar seguridad en ellos –aquí apunta desde las instalaciones deportivas, las paredes, los baños hasta revisar los cristales o la zona de recreo–. En segundo lugar, formación al equipo docente y que éstos puedan tener un buen acompañamiento, pues «los profesores trabajan en condiciones extremas con un nivel de complejidad enorme». El tercer punto, una responsabilidad colectiva.
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