Josep Maria Pons fue embajador en Países Bajos, Dinamarca, Austria y Malta y Cónsul general en Pekín, además de ostentar cargos relevantes en el Gobierno. | Pere Bota

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«Entonces no sabía que iba a tener por delante los 10 años más apasionantes de mi carrera diplomática», confiesa Josep Maria Pons Irazazábal, reputado diplomático mallorquín que vivió en primera línea la gran galopada europea, cuando España se labró un sitio en la escena internacional y en la construcción de la Unión Europea. Las notas de Pepe, como le conocen de siempre en Madrid, sacan a la luz las entrevistas que el expresidente español Felipe González mantuvo con decenas de líderes internacionales entre 1991 y 1995, como Boris Yeltsin, Helmut Kohl o Yasser Arafat. Encuentros que Pons presenció como miembro de la Presidencia del Gobierno.

La fundación, que recopila la trayectoria del exmandatario socialista publica estos manuscritos escaneados, que son solo una pequeña parte de los que sacarán a la luz las conversaciones que marcaron la política internacional de González. «No ha habido censura a la hora de publicar estos asuntos porque ya han pasado 30 años y muchos protagonistas ya no están vivos», asegura, aunque recuerda que solo suprimieron lo que dijo el rey Juan Carlos I en una reunión entre Marruecos y España porque el monarca no tiene funciones políticas y lo que diga a puerta cerrada no se puede citar.

Disponible en la web.

De los 420 relatos publicados hasta el momento, Pons destaca los que recogen la entrada de España en la Comunidad Económica Europea y la firma del Tratado de Maastricht. «Tenía capacidad de sacar cosas que interesasen al país», señala sobre el expresidente. Otro momento importante fue la conferencia de paz sobre Oriente Medio en Madrid, a la que fueron Bush padre y Gorbachov. «Fue la última vez en que los presidentes de las dos grandes potencias, EEUU y la URSS, se sentaron juntos antes de que el bloque soviético desapareciera», recuerda el diplomático, que describe al político ruso como «honrado», y que quería convertir el PCUS en una socialdemocracia parecida a la alemana o el PSOE. «Estaba dispuesto a reformar el país y el partido, pero eran irreformables», afirma. Pons cree que hay conversaciones que han trascendido poco sobre el período especial que pasó Cuba tras la caída de la URSS. «Hubo mucha presión para que Fidel Castro abriera el país, y lo pensó mucho, pero se mantuvo», comenta, y recuerda que el líder cubano dijo entonces que «las conversaciones se tienen cuando ya se han escrito los discursos».

El mallorquín lamenta que la irrupción de los teléfonos móviles haya acabado con el control de los asesores que cogen notas. «Siempre tiene que haber un testimonio que incluso contradiga al superior;eso los británicos lo tienen claro y envían a un funcionario; ahora los políticos se llaman directamente», dice. También recuerda cuando el ministro Miguel Ángel Moratinos, reunido con el canciller de Alemania, interrumpió la cita tras una llamada de una asesora de Bush. «No puede ser, no hay que mirar el reloj cuando estás reunido; Felipe González jamás lo hacía».