Imagen de los mandos de la Policía Local de Llucmajor junto a su jefe ya dimitido, Sergi Torrandell, y la alcaldesa, Xisca Lascolas.

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¿Qué está pasando en las policías locales de Mallorca? En solo una semana este periódico ha desvelado la dimisión encubierta del histórico jefe de Llucmajor Sergi Torrandell, la crisis en la Jefatura de Manacor (donde el inspector está a punto de dimitir también) y el escándalo en el cuartel de San Fernando de Palma, donde un mando jubilado en 2022 ha interpuesto una demanda penal contra dos jefes y el responsable de Recursos Humanos por acoso laboral durante años.

A estos casos hay que añadir otros que reflejan el malestar en muchas plantillas de la Isla, que están envejecidas y no reciben nuevos agentes. El mes pasado publicamos que la falta de inversión en seguridad por parte de los diferentes ayuntamientos de la Isla es ya una realidad. En la última década, las policías locales de Mallorca han perdido un total de 745 agentes. En el año 2012, según consta en las diferentes memorias oficiales facilitadas por el Govern balear, las plantillas contaban con 2.016 efectivos que han ido cayendo de forma gradual hasta acabar con 1.786 agentes, en el año 2022.

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La situación es alarmante y se traduce, en muchas ocasiones, en falta de medios materiales y humanos. En la capital, donde la Policía Local sufrió un auténtico calvario por las instrucciones del exjuez Penalva y el exfiscal Subirán, el principal cuerpo de policía municipal de Balears pasó de tener una plantilla consolidada de 901 funcionarios activos a los 778 con los que cuenta en la actualidad.

El papel de los agentes municipales es en muchas ocasiones clave, porque dan apoyo a la Guardia Civil en la Part Forana y a la Policía Nacional en Palma y Manacor, cuando los dos Cuerpos están faltos de patrullas. Algo que ocurre prácticamente a diario. Antiguamente, los municipales se limitaban a temas relacionados con la circulación, pero en la actualidad tienen unidades operativas de intervención inmediata.

El terremoto que ha sacudido esta semana Palma y Llucmajor, y en menor medida Manacor, evidencia que el modelo está fallando y que las plantillas están tan tensionadas que ya no son tan resolutivas como antaño. A este punto hay que añadir que muchos funcionarios están desalentados y no quieren pisar la calle, porque los conflictos violentos con ciudadanos con continuos y en muchas ocasiones acaban en condenas judiciales contra ellos. Se sienten, al igual que nacionales y guardias civiles, desamparados.