Seguí ha explicado que «con el seminario analizamos los cambios de usos del suelo en las islas mediterráneas. Estos cambios visualizan los cambios económicos y sociales de sus respectivos territorios». Por su parte, Ruiz destacó que «los cambios de usos del suelo no aparecen reflejados como el PIB, el número de turistas y otros datos, cuando en realidad explicitan muchas cosas. En el caso de Baleares, como las islas giegas o croatas, el turismo está desplazando al sector primario y su tejido productivo, además de afectar al paisaje. A su vez, el abandono de la actividad agraria lleva a un incremento sin control de las masas forestales y ello implica más riesgo de incendios. Igualmente, se da otro proceso: cuanto más abandonamos el sector primario, más dependemos de productos importados».
Seguí y Ruiz apuntan que «el incremento del ámbito forestal por el abandono de la agricultura es especialmente significativo en Baleares, hasta el punto de ser las islas mediterráneas que más suelo agrario pierden. Una pérdida agraria en Sicilia o Cerdeña, que son islas grandes, puede ser relativamente importante, pero en islas más pequeñas, como las nuestras, las griegas o las croatas, nos hace más vulnerables».
Joana Maria Seguí y Maurici Ruiz coinciden con otras voces en que «el suelo rústico ha pasado a ser muy atractivo para los inversores inmobiliarios, con un aprovechamiento agrario que ha sido sustituido por jardines Por todo ello, la Unión Europea -UE- debería poner atención en valorar los territorios insulares, que no están recibiendo el tratamiento y el análisis que merecen. La UE no aplica microescalas de insularidad ni variables específicas. No tiene la misma importancia perder un encinar en una isla pequeña que en una isla grande o un territorio continental».
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