La socióloga Marta Comas posa para este diario junto a su último libro. | Jaume Morey

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«La escuela es el lugar común en el que aprendemos a vivir juntos y debemos entenderlo como un espacio radicalmente democrático porque es ahí donde se forma a los ciudadanos del futuro», defiende la doctora en sociología y antropóloga, Marta Comas Sàbat. Sin embargo, cree que en muchos casos todavía predomina la idea de una escuela jerárquica que no facilita esa participación tan necesaria.

«Es como un sistema bancario, donde unos consumen educación, sin participar», señala la responsable de la Unidad de investigación y evaluación del Consorci d’Educació de Barcelona, que ha impartido este lunes una charla en Palma invitada por la Federació d’Associacions de Famílies d’Alumnes de Mallorca (FAPA) para presentar su libro: Okupes a l’escola: La veu de les famílies en el sistema educatiu.

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«Si queremos que la escuela sea ese laboratorio social para sostener la democracia, fomentar la ciudadanía y seguir viviendo como una civilización, debemos implicarnos todos», insiste, y apunta a la responsabilidad de docentes y familias. A los primeros les aconseja adaptarse al máximo a cada situación. «No vale culpar de todo a las familias: si no participan debemos preguntarnos si hemos puesto facilidades que quizás impliquen usar un lenguaje más adaptado o reunirnos más allá de nuestro horario escolar», opina, mientras que a los padres les pide compromiso. «En la sociedad de la aceleración, quien dedica una parte de su tiempo para implicarse en el colegio e incluso mejorar la educación está haciendo un gesto revolucionario al ir a contracorriente», afirma, y recuerda que pesa más la educación recibida en casa que en el colegio.

Donde hay un alumnos con mayores necesidades es donde más se innova educativamente, lo cual va en la dirección que defiende Comas. «Es vital que haya un intercambio de perspectivas entre diferentes centros», dice, y está convencida de que los docentes lo tienen mucho más complicado ahora que hace 20 años porque la sociedad es más diversa. Algo que en Secundaria se evidencia más porque «ya no basta con dar una lección y marcharse al sonar el timbre».

El apunte

De reñir al hijo a criticar el docente

La pérdida de autoridad del docente en una era en la que todos opinan, sobre todo en redes sociales y sin saber de un tema, genera una paradoja: «En los 80, si un alumno hacía algo mal, la familia le reñía; ahora se cuestiona al profesor. La sobreprotección va más allá del colegio y debe corregirse», dice Comas.