Clara Hammerl en una foto de familia en Pollença.

TW
2

La llamaban la giganta. Superaba los dos metros de altura en una época, finales del siglo XIX, en la que la población femenina en Mallorca era especialmente menuda. Discriminada por su altura, por ser extranjera y mujer, pero también luterana, letrada y progresista en la Mallorca rural, Clara Hammerl demostró que era una grande y no precisamente por su tamaño.

En 1908 se convirtió en la primera mujer al frente de una entidad financiera en España: Casa Colonya. Tuvo que pasar un siglo para que ese hito trascendiera a la opinión pública general y aún hoy, son muchos los que desconocen o olvidan la historia de esta pionera prusiana que se estableció en Mallorca en el año 1889.

Nacida en Prusia en el año 1860, Clara Hammerl se trasladó a Berlín junto a su familia tras la muerte de su padre. Fue allí donde conoció a Guillem Cifre de Colonya a quien daba clases de alemán. La conexión entre maestra y alumno, por sus ideales compartidos, evolucionó hacia una historia de amor. Después de dos años de noviazgo se casaron en 1889 en Berlín. Tras la boda se trasladaron a Pollença, hogar natal del esposo.

El matrimonio trajo a Mallorca el espíritu de la Institución Libre de Enseñanza, un movimiento que impulsó un grupo de catedráticos que se separaron de la Universidad Central de Madrid para defender la libertad de cátedra, al negarse a introducir en sus clases dogmas religiosos, políticos y morales. Al amparo de la Institución Libre de Enseñanza nacieron en el país los primeros centros educativos privados laicos. A pesar de su trascendencia histórica son pocos los que a día de hoy saben que Pollença trajo la escuela privada laica a Mallorca.

En la escuela que abrieron Clara Hammerl y Guillem Cifre de Colonya, niños y niñas eran educados en igualdad de condiciones y recibían una enseñanza laica, algo que no cayó bien en la sociedad de la época. «Pronto Clara se daría cuenta de que no todo era tan fácil y, si unos pocos la recibieron con consideración y respeto fueron muchos más los que no la aceptaron. El primer problema surgió dentro de la propia familia, con los padres de Guillem Cifre, especialmente la madre, con los que también comparten residencia en el casal de la calle Mallorca. No hay duda de que el carácter inflexible de Clara, por una parte, tan diferente del de una payesa mallorquina, hizo muy difícil la convivencia entre suegra y nuera. Pero todavía tenía que sufrir una oposición más fuerte, la de los beatos de la población, que no toleraban la presencia de una luterana como maestra de los niños y niñas del pueblo y hacía más verosímil la relación que se había establecido por parte de estos mismos sectores intransigentes, entre el libre pensamiento y el protestantismo de la Mallorca de la época», explican Pere Salas y Fanny Llabrés en el libro Els protagonistes de l’Obra de Colonya.

Además de la escuela, que abrió formalmente sus puertas en 1879, el matrimonio también fundó en Pollença una caja de ahorros en el año 1880. Con ella querían fomentar el ahorro entre sus alumnos, combatir la usuara y facilitar el acceso de los agricultores a la propiedad de la tierra. La pareja compartía responsabilidades y luchaba contracorriente.

Clara Hammerl con su esposo Guillem Cifre de Colonya y sus hijos.

A la presión y rechazo social se le sumó la quiebra de la hacienda familiar y la muerte de su hiija Camila, a la edad de cinco años. Incapaz de afrontar la situación Guillem Cifre de Colonya acabaría suicidándose en Lyon en 1908. Lejos de tirar la toalla Clara Hammerl cogió el toro por los cuernos y fue elegida para ocupar el cargo de directora de la Caja de Ahorros de Pollença. Se convirtió así en la primera mujer al frente de una entidad bancaria en España.

En el año 2008, coincidiendo con el centenario de esta gesta, la ‘giganta’ financiera fue rescatada del olvido. Hoy Clara Hammerl no solo da nombre a un instituto de enseñanza secundaria de Pollença sino que su busto ocupa un lugar preferente al pie de las escalinatas del Calvario. En el año 2013 el Ajuntament de Pollença le concedió el título de ‘Hija adoptiva’ y cinco años más tarde modificó el reglamento municipal de distinciones para incluir, junto a los reconocimientos de Hijo Ilustre, Hijo adoptivo, Medalla d’Or y las distinciones de la Patrona, el Reconeixement Clara Hammerl que reivindica año tras año la labor de mujeres o colectivos de mujeres.