«Perder nunca perderemos, pero podemos ganar mucho». Marga Colom, presidenta de la asociación de mujeres con cáncer de mama, Feim Camí, de Santa Maria, resume con esta frase el porqué de su participación en el estudio médico que investiga en Mallorca el uso de microcorrientes para tratar la fatiga, el insomnio y los dolores muscoesqueléticos que sufren muchos supervivientes de cáncer a medio y largo plazo.
Hasta el momento por la consulta del fisioterapeuta Biel Amengual Jaume han pasado 18 sujetos de estudio. Marga Colom es una de ellos. El investigador ha realizado ahora un llamamiento para que otros supervivientes se animen a entrar en el programa con el objetivo de tener una mayor evidencia científica sobre el uso de las microcorrientes NESA en el tratamiento de las secuelas tardías del cáncer. El tratamiento, gratuito para los participantes, consiste en 20 sesiones de una hora cada una a las que se someten a lo largo de unos dos meses.
Los pacientes, tumbados en una camilla reciben las microcorrientes o el placebo, ambas imperceptibles para los humanos a simple vista. «Son sesiones rápidas y no se nota nada. Mientras estás allí puedes estar haciendo cualquier cosa que necesites solo que estás enchufado a cables pero no notas nada», relata la superviviente.
No es la primera vez que la asociación Feim Camí de Santa Maria se involucra en la investigación del cáncer en Baleares, aunque hasta ahora su aportación era exclusivamente económica. «En nuestra asociación las afectadas de cáncer de mama nos damos apoyo y hacemos manualidades y un calendario navideño para recaudar fondos que luego donamos a la UIB para hacer investigación», explica su presidenta.
Ahora además de financiar en la medida de sus posibilidades esa investigación, Marga Colom, también contribuye como sujeto de estudio a esos avances. Hace dos meses que finalizó el tratamiento en la consulta de Biel Amengual. Aunque no sabe ni puede saber si lo que ha recibido ha sido el tratamiento o un placebo, la presidenta de Feim Camí habla de la «notable mejoría» que ha experimentado en sus síntomas y anima a otros pacientes a sumarse al proyecto «no solo porque puede ser positivo para ellos en este momento en concreto sino porque puede ser positivo para futuros pacientes».
«Yo hace siete años que había pasado un cáncer y tenía una parte importante de los síntomas más habituales que son el dolor crónico articulaciones, el insomnio y la fatiga, que probablemente están muy relacionados con la medicación que nos dan después de pasar por un cáncer y que duran entre cinco y siete años», relata. Explica que «siempre estaba más cansada, tenía que descansar en casa, para subir escaleras me costaba muchísimo, tenía dolor en las rodillas y las manos... Me dolió bastante y mucho tiempo».
Tras pasar por la máquina de microcorrientes notó una «gran mejoría» en esos síntomas. No obstante señala que «también ha coincidido que acababa mi tratamiento con esos medicamentos». Por eso, y por la imposibilidad de saber si ha recibido o no el placebo se muestra cauta y a la vez rotunda al afirmar que ha «notado una mejoría» en su calidad de vida. «Yo le dije al fisioterapeuta que por una cosa o por otra, la realidad es que me están ayudando. «Nosotras hemos pasado lo que hemos pasado y ya está pero sabemos que queda mucha gente que lo va a pasar igual, por eso es tan necesario ayudar a la investigación», resume.
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