El general de la Guardia Civil Enrique Rodríguez Galindo concluyó
ayer su declaración en el juicio por el 'caso Lasa-Zabala' jurando
«solemnemente por Dios y por su honor» que no ordenó ni el
secuestro, ni las torturas, ni el asesinato de los dos presuntos
etarras. Galindo, quien reiteró hoy sus elogios a la labor del
guardia civil Felipe Bayo, dijo tener, además, la «absoluta
certeza» de que todos sus hombres son inocentes.
El general, quien fue interrogado por las defensas, reiteró en
todo momento, a preguntas de su abogado, que el teniente coronel
Martín Maestro estaba al mando de Intxaurrondo en la época en que
desaparecieron Lasa y Zabala, explicando, además, que éste era el
jefe de todos los Servicios del Acuartelamiento, incluído el de
información.
El ex responsable de la Comandancia de Guipuzcoa negó la
existencia de los grupos AT (antiterroristas), tal y como afirmó el
miércoles, y explicó que los documentos aparecidos que así lo
acreditan son «un error involuntario» del actual teniente coronel.
En cuanto a la formación de grupos para operar en el sur de
Francia, reiteró que nunca se realizaron y llegó incluso a
manifestar que si el sargento Pedro Gómez Nieto le hubiera
propuesto algo semejante «le habría denunciado inmediatamente».
La vista se reanudó ayer con la audición de una cinta con dos
conversaciones telefónicas mantenidas en 1995 entre Galindo y su ex
subordinado Enrique Dorado, en las que éste afirma que no tienen
«nada que ver con nada de nada», en referencia al 'caso Lasa y
Zabala'.
En las cintas ambos conversan también sobre la tramitación de
los expedientes de expulsión de la Guardia Civil de Dorado y de
concesión de una pensión por incapacidad para el ex sargento y se
oye a Galindo decirle a su subordinado: «es la única forma que se
ha encontrado para no más escándalos» y «te quieren interrogar, es
por orden de arriba».
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