Continúa el enfrentamiento dialéctico en los medios de comunicación
entre el presidente del Gobierno, José María Aznar, y el
lehendakari, Juan José Ibarretxe. Ayer, el primero acusó al
dirigente vasco de falta de ética al llevar adelante un proyecto
coincidente con los objetivos de ETA mientras la banda terrorista
sigue matando. Por su parte, el lehendakari asegura que el
presidente utiliza el terrorismo para ocultar sus fracasos en la
gestión del Gobierno.
Horas más tarde, Ibarretxe señaló que no se debe aplazar el
debate sobre proyectos políticos debido a la violencia porque el
«problema político» no es con ETA, sino que el presidente Aznar,
precisó, «lo tiene conmigo, y yo con él». Aznar respondió a
Ibarretxe que él no supone un problema para nadie y aseguró que
establece puentes para que nadie se considere a sí mismo un
problema y dijo que lo que hace falta es «inteligencia y voluntad»
para resolver el auténtico conflicto, el del terrorismo.
Aznar aprovechó su comparecencia con otro líder europeo, el
primer ministro belga, Guy Verhogftadt, para arremeter contra el
lehendakari. Así, aseguró que llevar adelante «un proyecto cuyos
objetivos son coincidentes con los de una banda terrorista cuando
esta banda terrorista está asesinando» es contrario a unos mínimos
«principios democráticos y éticos». Aunque aseguró que no pretende
que nadie renuncie a sus ideas, pero sí precisó que es
«profundamente desafortunado compartir los mismos objetivos que
ETA». «Si hay quien piensa que el debate sobre el autogobierno de
la comunidad con más autogobierno de Europa y del mundo es
prioridad sobre defender la vida de las personas, es su
responsabilidad», dijo. Por contra, el PP seguirá defendiendo que
la prioridad es la lucha contra ETA y la atención a sus
víctimas.
El nuevo ataque de Aznar a los objetivos de autodeterminación
del nuevo Gobierno vasco no ha cambiado ni un ápice la postura de
Ibarretxe. El lehendakari aseguró que las prioridades de su
Ejecutivo están muy claras: el respeto a la vida, el diálogo y el
respeto a la voluntad de los vascos. «¿Se puede ser más claro?»,
preguntó, para después añadir que «otra cosa es que las cosas que
digas no gusten».
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