El general fue enterrado ayer y, junto a la familia, asistió a la ceremonia el presidente del Gobierno, José María Aznar.

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El general Justo Oreja Pedraza falleció ayer a las 8.00 horas en el Hospital de La Paz de Madrid, a consecuencia de las heridas sufridas en el atentado perpetrado contra él por ETA el pasado 28 de junio. Desde el final de la tregua, la banda terrorista ha asesinado a 35 personas, doce en lo que va de año. Justo Oreja, de 62 años, casado y padre de cuatro hijos, permanecía desde hace un mes en la unidad de cuidados intensivos del Hospital de la Paz, en situación estable y había experimentado en los últimos días ligeras mejorías.

Su fallecimiento se produjo a las ocho de la mañana como consecuencia de «un fracaso multiorgánico provocado por las múltiples complicaciones que presentaba desde el ingreso en el hospital», explicaron fuentes de La Paz. Natural de Aldeavieja de Tormes (Salamanca) y licenciado en derecho y periodismo, ingresó el pasado 28 de junio en el mismo hospital con quemaduras en el 50 por ciento de su cuerpo, con heridas inciso-contusas en extremidades, traumatismo craneoencefálico y ocular y contusión pulmonar bilateral. También sufrió múltiples impactos de metralla, pérdida de audición y fractura de una muñeca.

Cuando sufrió el atentado etarra, Oreja estaba en activo, destinado en el órgano central del Ministerio de Defensa. Pertenecía al Grupo Militar de Intervención y, desde noviembre de 1997, había ascendido a general de Brigada. El general se dirigía cada día desde su casa hasta el garaje, situado a escasos metros de su portal, donde le esperaba un soldado en el coche oficial. El día del atentado, el 28 de junio, iba a comprar el periódico en un quiosco, como era su costumbre antes de entrar en el vehículo. Unos minutos después de las 8.30 horas, la organización terrorista explosionaba un paquete bomba cargado con cuatro kilos de dinamita y colocado sobre una bicicleta en la calle de López de Hoyos de Madrid.