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El Partido Popular volvió a quedarse solo en un debate sobre Irak en el Congreso de los Diputados, por quinto pleno consecutivo, al rechazar esta vez un texto conjunto suscrito por toda la oposición en el que se condena la intervención militar contra Irak y se pide al Gobierno denegar el uso de la bases españolas a Estados Unidos para objetivos relacionados con la guerra. Durante la defensa de la iniciativa parlamentaria, promovida y actualizada por los seis grupos de la oposición que representan a once partidos, sus portavoces reprocharon al Gobierno intentar camuflar la participación española en el conflicto iraquí bajo el epígrafe de misión humanitaria, porque ni está bajo mandato de Naciones Unidas ni enmarcadas en las operaciones «Petersber» de la Unión Europea.

Así, el portavoz del PSOE, Manuel Marín, recordó al Ejecutivo que cuando la flotilla española salga del Mar Rojo entrará en un escenario bélico bajo mando militar de Estados Unidos. Jesús Caldera, solicitó que el buque hospital que ha enviado el Ejecutivo español a la zona en conflicto lleve la bandera de la ONU para cumplir así con las labores de apoyo humanitario a la población civil. Ignasi Guardans, de CiU, pidió el final de la guerra «cuanto antes», y puso el acento en el «día después» confiando en que la era post-Sadam sea tutelada por Naciones Unidas. Para el portavoz de Izquierda Unida, Felipe Alcaraz, la utilización de las bases españolas con arreglo al Convenio bilateral es «ilegal», como lo es, a su juicio, el envío de tropas a Irak.

Iñaki Anasagasti, del PNV, que protagonizó una intervención especialmente dura y repleta de alusiones al franquismo, calificó la guerra de «auténtica tragedia», de «fracaso de la razón humana» y de «pura humillación». Dudó del papel del Rey y le acusó de seguir a pies juntillas «lo que dictan en Moncloa». «Parece improcedente que el rey siga a pues juntillas lo que dictan en Moncloa», dijo Anasagasti abriendo la caja de los truenos. Don Juan Carlos, añadió, «no es sensible al clamor de la calle», por lo que su imagen de rey de todos los españoles «es retórica, hueca y falsa».