La aprobación del proyecto de nuevo estatuto político para el País
Vasco por parte del Gobierno autonómico avivó ayer la encendida
controversia desde que el lehendakari Ibarretxe lo dio a conocer.
PP y PSOE lo rechazaron frontalmente por agrandar la brecha social
y suponer una imposición para los no nacionalistas.
Por ello, consideró que bautizar el Plan Ibarretxe como un proyecto
para la convivencia «es un terrible sarcasmo». «Por imperativo
moral debemos reaccionar ante tal colosal mentira, porque es lo
contrario y sus efectos pueden ser devastadores para la sociedad
vasca».
Desde el PP, Mariano Rajoy se mostró convencido de que el Plan
Ibarretxe no va a prosperar, algo que en su opinión «saben los
dirigentes del nacionalismo vasco que lo han diseñado» y recordó
que el Estatuto de Derecho posee los medios para la defensa del
marco institucional y de las reglas del juego que nos hemos dado
los españoles.
No obstante, se comprometió a, si es elegido presidente del
Gobierno, adoptar todas las medidas jurídicas y políticas adecuadas
para que el que en otro apartado de su discurso calificó como «el
mayor desafío a la España constitucional en estos 25 años».
Rajoy criticó que el «Gobierno vasco, en lugar de proponer un
plan para derrotar definitivamente a ETA, para concentrar todas las
energías con la finalidad de librar a la sociedad vasca de esta
lacra del terror, hace lo contrario y propone un plan que hace
suyos los objetivos de ETA».
El secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero,
que también mostró una oposición frontal al proyecto del
lehendakari «porque dificultará la paz y es una imposición para los
vascos no nacionalistas». Además dejó claro que su partido está
dispuesto a «compartir las iniciativas políticas que los partidos
integrantes del pacto constitucional estimemos necesario formular
para su defensa».
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