La cumbre entre Aznar y Jettu servirá para sellar definitivamente
la plena normalización de las relaciones entre Madrid y Rabat, que
en los últimos años se han visto salpicadas por numerosos
incidentes, el más grave de ellos la crisis del islote del Perejil,
en julio de 2002.
En este sentido, el ministro marroquí de Asuntos Exteriores,
Mohamed Benaissa, considera que la resolución del conflicto del
Sáhara occidental pasa necesariamente por el diálogo entre Rabat y
Argel, por considerar que se trata de un conflicto «artificial» que
es «en realidad un conflicto de orden sociopolítico con un país
hermano y vecino».
El encuentro estuvo presidido por la voluntad de superar las
dificultades pasadas, tal y como adelantaba el propio Aznar a la
agencia oficial marroquí MAP. «Hemos conocido momentos de
dificultades políticas. Pero es necesario que la voluntad de
trascenderlas domine en todo momento», afirmó Aznar.
Entre las cuestiones en la agenda de la reunión figuran la lucha
contra el terrorismo y la inmigración ilegal y el siempre
conflictivo asunto del Sáhara occidental, origen en buena medida de
la crisis diplomática protagonizada por Madrid y Rabat.
Para Marruecos éste sigue siendo un problema de soberanía e
integridad territorial, mientras que España insiste en que aceptará
cualquier solución que sea bien vista por las partes, incluidas
Argelia y Mauritania.
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