A su vez, una mujer explicó que tampoco lo cogió por encontrarse
enferma y que ahora siente temor de volver a viajar en este medio
de transporte. El camarero de la estación señaló que los
trabajadores de los servicios de la estación también sentían temor
de regresar.
La estación de Santa Eugenia permanece cerrada al público y
acordonada por la Policía, aunque los trenes circulaban por ella,
sin parar, y tocaban el silbato en señal de luto.
En las vías permanecen los restos del tren, a la espera de que
la policía científica reanude la inspección; mientras, los técnicos
de RENFE siguen arreglando la catenaria.
Entretanto continúa la afluencia de personas, como los alumnos
del instituto «Santa Eugenia», con ofrendas de velas, flores,
objetos y mensajes con peticiones generales de justicia o
dedicatorias «a los que iban a trabajar y no volvieron», a las
víctimas, que «son iguales en todos los lugares», o a los niños que
han muerto. «Ayer supe lo que era el miedo», declaró una joven que
no pudo subir al tren porque llegó tarde a la estación.
Desde las ventanas de las clases del colegio de educación
infantil y primaria de El Pozo se ven los restos destrozados de uno
de los trenes. Sólo un paso de cebra lo separa de la estación de
cercanías, por eso se temía que alguno de los padres hubieran
montado en los trenes. El director del colegio ha dicho que no
parece que fuera así.
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