Tal vez contagiados por el talante de «cambio tranquilo»
prometido por el candidato socialista, los diputados siguieron su
alocución en un respetuoso silencio, solamente interrumpido por
ocasionales ovaciones desde los escaños del PSOE y por una protesta
desde las filas del PP cuando defendió el «talento» de los
cineastas, a los que Zapatero prometió apoyar.
El secretario general del PSOE empleó un tono muy sosegado para
exponer su programa, a lo largo de poco más de una hora,
dirigiéndose a un lado y a otro del hemiciclo, bajo la impertérrita
mirada del presidente del Gobierno en funciones, José María Aznar,
quien apenas cambió la expresión de su rostro durante ese
tiempo.
En la tribuna de autoridades había muchos sitios vacíos, y
tampoco estaba llena la zona de invitados, donde se situó la
familia del candidato socialista a la Presidencia del Gobierno.
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