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EFE/EUROPA PRESS-MADRID
El PP eligió ayer como nuevo presidente del partido a Mariano Rajoy, quien contará con una dirección marcadamente continuista de la doctrina del anterior presidente, José María Aznar, para alcanzar el objetivo de lograr un partido «fuerte, unido y eficaz», que se acerque a la sociedad y lleve a cabo una oposición ágil para volver a gobernar. La candidatura de Rajoy fue la única que se presentó a las elecciones del XV congreso nacional del Partido Popular. «Es una candidatura para el triunfo que merece la confianza de este congreso», dijo Rajoy, quien pidió un apoyo «generoso» para asegurar la estabilidad y obtuvo el 98,37 por ciento de los votos de los compromisarios. El nuevo presidente planteó que el objetivo para los próximos años debe ser recuperar la confianza de los españoles, que vuelvan a decir «estos son los míos», que «perciban con claridad que el PP está preparado para gobernar» y sean conscientes de que «si otros flaquean, existe una alternativa fiable que es el PP».

En su discurso de defensa de candidatura, Rajoy aseguró que, si bien fue Aznar quien le propuso como candidato a la Presidencia del Gobierno hace un año, «ahora las cosas son distintas; no me recomienda nadie; soy yo, por mi cuenta y riesgo, el que os pide que confiéis en mí y en las ideas que propongo». Rajoy explicó que en esta nueva etapa en la oposición a los populares les espera una «gran tarea» para la que precisan un partido «fuerte, unido y eficaz, realista en sus planteamientos, formal en sus compromisos; el mismo partido que ya tenemos pero con virtudes encendidas». En los próximos años, el PP debe ser capaz de crecer en tamaño e implantación; debe ser «convencer y ser fiable» y debe mantenerse constante en sus prioridades y coherente en sus ideas. «Nos piden certidumbre, claridad y que seamos capaces de escuchar, pero no nos piden genialidades, que seamos lo que no somos y volteretas de titiriteros; eso no nos lo pide nadie», dijo improvisando sobre el discurso ya repartido a los medios de comunicación.

Así pues, consideró necesario mostrar unas «prioridades y características estables», unas «garantías» de solidez que permitan a los ciudadanos saber «que si otros flaquean, existe una alternativa fiable que es el Partido Popular». Rajoy confesó que, tras conocer los resultados de marzo, su «primera reacción» fue pensar en dimitir. «A pesar de mi enorme vocación política, pensé que debía dimitir. Habíamos perdido las elecciones y yo era el candidato y la persona que había dirigido el partido en los últimos meses», añadió. Pero a continuación explicó los motivos que le hicieron cambiar de parecer: ni él «ni nadie» podía abandonar en aquellos momentos y circunstancias.