Los máximos responsables de la Guardia Civil en Asturias aseguraron
ayer que este Cuerpo «no falló» en el control de los explosivos que
se utilizan en las minas de la región y mostraron su convencimiento
de que Antonio Toro no disponía de dinamita en 2003, cuando dos
confidentes dieron esa información.
Laguna y Aldea dijeron también que, pese a que dos confidentes
distintos, uno en Asturias y otro en Madrid, informaron en febrero
de 2003 de que Toro disponía de cien o 150 kilos de dinamita
escondidos cerca de Avilés, están convencidos de que esos
explosivos «no existían» porque la investigación que se llevó a
cabo para comprobar ese extremo no dio resultados.
El general Pedro Laguna, jefe de la Comandancia de la Guardia
Civil en Asturias hasta el pasado 11 de junio, y su sucesor
interino, el teniente coronel Fernando Aldea, responsable de la
Comandancia de Oviedo, coincidieron ante la comisión de
investigación del 11-M en que los controles del instituto armado
sobre los explosivos «no han fallado en ningún momento».
La policía tampoco dio crédito a los confidentes y llegó a la
conclusión de que lo que contaba era «un cuento chino», relató ayer
en la comisión el jefe superior de policía de Asturias, Juan
Carretero. Este explicó que la policía llegó a rastrear con perros
una zona próxima a Avilés después de que el entonces fiscal jefe
del Tribunal Superior de Justicia de Asturias, Rafael Valero Oltra,
les dijera en 2002 que había recibido noticias de que «un
traficante» almacenaba 400 kilos de explosivos, pero que no se
encontró nada. El jefe de la policía en Asturias consideró «muy
difícil» creer que Suárez Trashorras pudiera adiestrar a los
autores de la matanza en el uso de los explosivos.
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