Javier Lavandera Villazón advirtió en 2001 a la Guardia Civil
que dos avilesinos, José Suárez Trashorras y su cuñado Antonio
Toro, actualmente en prisión como presuntos suministradores del
explosivo con que se cometieron los atentados del 11-M, disponían
de una gran cantidad de dinamita que pretendían vender y que
buscaban a alguien que supiera accionar bombas a través de
móviles.
La muerte de su pareja, con la que tenía un hijo, se produjo
después de que ésta se internase en el mar, frente a la gijonesa
playa de San Lorenzo, hacia las 16.00 horas, según confirmaron
algunos testigos presenciales del suceso.
Fuentes policiales señalaron que, previamente, una llamada al
Servicio de Emergencias «112 de Asturias» había alertado de que una
mujer tenía la intención de suicidarse. Según las mismas fuentes,
la joven había llamado desde la playa a un amigo para comunicarle
que tenía intención de suicidarse.
Tras el aviso de éste, los servicios de emergencias y las
policías local y nacional pusieron en marcha un amplio dispositivo
para intentar localizar a la mujer, que fue vista también por
varios surfistas que se encontraban en la playa. Un helicóptero,
dos camiones de bomberos, una zódiac, dos embarcaciones de
salvamento marítimo, una UVI móvil y cuatro unidades de la Policía
Nacional y otras tantas de la Policía Local se desplazaron a la
zona. Un surfista se topó con el cuerpo de la mujer, que sólo iba
vestida con ropa interior y, mediante señas alertó al helicóptero
del «112 Asturias» que sobrevolaba la zona, desde el que se lanzó
al agua un médico para intentar reanimar a la mujer.
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