Unas 200 personas pidieron ayer en Santiago, unidas por las manos formando una cadena humana, reformas que den transparencia al voto emigrante.

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ESTHER AGUIRRE-PONTEVEDRA
Los partidos políticos mantienen la máxima expectación en Pontevedra, donde hoy comienza el escrutinio de los votos procedentes de la emigración, todos ellos decisivos para conocer el resultado definitivo de las elecciones gallegas. Estos sufragios decidirán si el escaño 22 de Pontevedra se mantiene en poder del PSdeG-PSOE, como quedó provisionalmente tras el recuento del 19 de junio, o pasa al PP, lo que supondría para los populares revalidar la mayoría absoluta de que dispusieron en las cuatro últimas legislaturas, con Manuel Fraga al frente.

La secretaria de Política Autonómica del PP, Soraya Sáenz de Santamaría, afirmó ayer que en el recuento del voto emigrante «hay hechos que no hacen prever que se haya actuado por parte del Gobierno correctamente». La dirigente popular se refirió al cargo del ex diputado socialista de origen gallego, Miguel Cortizo, embajador en misión especial para la coordinación de las relaciones con las comunidades españolas en Iberoamérica.

El recuento de los votos de la diáspora comenzará a las 08.30 horas en las cuatro juntas electorales provinciales gallegas, aunque será la de Pontevedra la que acapare el mayor interés, ya que los emigrantes inscritos en esta provincia podrían decidir, con sus votos, el futuro gobierno de Galicia. El ajustado resultado de los comicios del 19 de junio, que otorgó provisionalmente 37 escaños al PP, uno por debajo de la mayoría, 25 al PSOE y 13 al BNG, obligó a prolongar ocho días más una inquietante jornada, marcada por el desconcierto provocado por el desfase de los sondeos.

Durante estos días de tensa espera, el PP ha esperado con temor, aunque con confianza, los resultados de unas elecciones que, de no modificarse el escaño en disputa, llevaría a los populares a perder el control de la Xunta, en favor de la coalición PSOE-BNG. Fraga, que concurre a la reelección con el compromiso de concluir la legislatura, en caso de ganar, o de continuar como líder de la oposición, si pierde, no se da por vencido, a pesar del escepticismo que han confesado algunos dirigentes de su partido.