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Aunque hay novedades -la presentación del Palacio de Congresos de Santa Eulària, inacabado, por cierto, y la asistencia por primera vez de los vecinos y comerciantes del puerto a través de un vídeo demostrativo de los atractivos de la zona más cosmopolita de la isla- nada parece apuntar un gran cambio de tendencia promocional en la World Travel Market, la feria turística de Londres y el certamen más importante para el turismo de Eivissa. Nada (o casi nada) nuevo bajo el sol, sería el resumen bíblico de la promoción institucional y sectorial, lo cual dejará este evento tan sólo como escenario para conocer el clima que se respira en el mercado que más turistas ha enviado históricamente a la isla. Y es una lástima porque es precisamente en este país donde más hay que trabajar, visto el desgaste de la marca «Ibiza» gracias a distintas causas (entre las que, por cierto, están la atracción/repulsión de los medios de comunicación ingleses hacia las cosas que hacen sus compatriotas en la isla y la descalificación social que los británicos han tenido en la propia Eivissa) y comprobado que el relevo generacional de los turistas de hace tres o cuatro temporadas no se ha producido todavía, dejando un hueco que, de afianzarse, puede suponer una auténtica catástrofe para la economía local. Ha llegado el momento de promover en un mercado mucho más educado de lo que apunta el chascarrillo y el comentario fácil y gratuito un nuevo formato vacacional, y se puede hacer de muchas maneras, porque la falta de oportunidades no es el problema y sí la falta de imaginación y valor, probablemente las carencias más importantes del sector y de los organismos públicos encargados de velar por su funcionamiento. Las noticias que han llegado no son halagüeñas -desciende de nuevo la demanda-, pero precisamente por eso es por lo que había que haber preparado un intenso programa de actuaciones que inicie el camino de salida del pozo en que vivimos en ese importante mercado.