El presidente catalán, Pasqual Maragall, se mostró ayer confiado en
que habrá un acuerdo sobre el nuevo Estatut porque «las cosas van
como tienen que ir», pero pidió «calma» a los partidos tras apuntar
que hay sectores de CiU y del PSOE que aún rechazan que Catalunya
reforme su texto autonómico.
Expresó su comprensión con el «sacrificio» de CiU, y en especial de
Artur Mas, por haber aceptado la «llamada a contribuir en el
redactado del proyecto de Estatut sin tener una posición política
de mayoría», pero cree también que «en el fondo del alma» hay
«gente de Convergencia que no quiere el Estatut» y piensa que «si
no sale, mejor».
Maragall se mostró también abierto a intervenir en las
negociaciones ante José Luis Rodríguez Zapatero «si hace falta» y
al final del proceso, y recordó que «el espíritu del presidente
Zapatero y el de la Generalitat es positivo y sin renuncias
previas».
Alertó de que «hay gente interesada en que no haya Estatut; hay
mucha gente en Madrid que no está interesada y hay gente aquí a la
que tampoco le sabría mal que no saliese porque a última hora no se
han considerado del todo los padres (del Estatut), y deberíamos
evitarles esta doble alegría».
«Yo vengo aquí hoy dispuesto a pedir a todo el mundo calma y
buenos alimentos, porque pienso que nos hará bien a todos para
tomar estos últimos días decisiones con tranquilidad y sin
ultimátum», remarcó Maragall. Asimismo, cree que dentro de las
filas del PSOE también hay dirigentes que no desean una reforma
estatutaria. «Hay extremistas en todos los campos», apuntó el
presidente catalán.
Mientras, los partidos firmantes del texto coincidieron en que
queda «margen suficiente» para culminar la negociación. El portavoz
del PSOE en el Congreso, Alfredo Pérez Rubalcaba, dijo que las
negociaciones avanzan, aunque «más lentamente de lo que los
socialistas hubieran deseado», si bien reconoció que ésta es de
«extrema complejidad», ya que el sistema de financiación tiene que
ser válido para todas las comunidades autónomas.
La voluntad de llegar a acuerdos la comparte CiU y su diputado
Josep Sánchez Llibre, que reconoció que la situación es «delicada y
preocupante», si bien, dijo, «es el momento de la negociación», sin
descartar retirar el proyecto si no se llega a un acuerdo en
Madrid.
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