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El presidente del Círculo Ecuestre, Manuel Carreras, y diversos socios de esta entidad, que agrupa sectores sociales y empresariales de carácter conservador de Catalunya, reprochó ayer al presidente del PP, Mariano Rajoy, el tono de «crispación» introducido por el PP en la vida política a propósito del Estatut.

El Círculo Ecuestre es una entidad que integra a 1.700 personas de la élite empresarial y social de Catalunya y forman parte de ella el director general de La Caixa, Isidre Fainé; financieros como Borja García-Nieto (Riva y García), personalidades como Juan Antonio Samaranch, juristas como Xabier Añoveros Trías de Bes, el ex presidente del Círculo de Economía Carlos Güell de Sentmenat, o bien miembros del propio PP como Santiago Fisas o Enrique Lacalle. «No nos gusta ver a tu partido en posiciones extremas. Todos los extremos hacen daño», ha advertido Carreras, quien ha añadido que «estamos sufriendo la fractura entre Catalunya y el resto de España». Por su parte, ante estas críticas, Mariano Rajoy admitió que su partido puede haber cometido algún error al respecto, si bien considera que todos los partidos «tenemos parte de responsabilidad en la crispación».

Carreras lanzó este mensaje a Rajoy en una comida-coloquio en la que el líder popular ha prometido «cuidar las formas» en sus mensajes políticos relacionados con Catalunya, aunque ha subrayado que el PP tiene «una responsabilidad ante la gente» y está obligado a oponerse al nuevo Estatut por su «intervencionismo».

El presidente del Círculo Ecuestre criticó el «intervencionismo» del Estatut, aunque ha comentado que algunos de los aspectos del texto son «perfectamente asumibles» por el PP, y ha espetado a Mariano Rajoy: «aunque a su partido le puede reportar votos, ¿podemos vivir los dos años que quedan de legislatura en este estado constante de crispación?». Asimismo, Carreras emplazó al PP a «evitar excesos» en sus mensajes hacia Catalunya, mientras que dos socios del Círculo, Nicolás de Salas y Francesc Guardans, cuestionaron la campaña de recogida de firmas para pedir un referéndum en toda España sobre el nuevo Estatut porque «no va a llegar a nada» y contribuye a la «crispación» política.