Un grupo de viajeros se dirige a uno de los autocares habilitados por Renfe.

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OTR/PRESS-BARCELONA/MÀLAGA El objetivo del Gobierno de llevar el AVE a Barcelona antes de que acabe el año está complicando aún más los transportes públicos en la Ciudad Condal. Las consecuencias del deslizamiento de tierra en un túnel de los Ferrocarriles de la Generalitat a causa de las obras de la línea de alta velocidad comenzaron a sentirse ayer en la red de transportes afectando a 160.000 usuarios que han iniciado su «semana negra».

Aunque desde el Ministerio de Fomento se insiste en que el plan alternativo de autobuses funciona con normalidad lo cierto es que los retrasos y las retenciones repiten el caos de los últimos meses en las Cercanías catalanas. Y este es solo el primer día de una situación que podría alargarse durante otros diez. Además, las carreteras sufren kilómetros de retenciones porque los ciudadanos han decidido pasarse al transporte privado.

La puesta en marcha del segundo corredor ferroviario español de Alta Velocidad, el que conecta Madrid con Barcelona, tendrá un colofón tan accidentado como todo su desarrollo. Los problemas que se dieron para la inauguración del primer tramo de línea (el que une la capital con Lérida) aplazada casi un año por numerosos socavones y fallos de seguridad, parece que se repiten ahora con la misma intensidad.