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Como si de un drama romántico se tratara, lo que importaba de aquel momento no era el escenario, sino el beso. El alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, y la presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre, parecen haber hecho las paces, al menos así lo escenificaron ayer en la inauguración de un importante intercambiador de autobuses de la capital, donde los fotógrafos pudieron captar el esperado intercambio de besos de ambos dirigentes.

No fue el único del día, pues pocas horas más tarde se les pudo ver juntos, por primera vez desde hacía un mes, en un acto electoral del líder del PP, Mariano Rajoy, donde, a pesar de todo, algunos siguieron viendo en sus mensajes y gestos un arma de doble filo.

Antecedentes
El 15 de enero Rajoy reunió en la sede del PP a Gallardón y Aguirre para mantener una conversación a tres bandas sobre las aspiraciones de dos de los candidatos 'populares' más votados en las pasadas elecciones autonómicas y municipales. En el encuentro, el líder del PP cortó por lo sano las esperanzas del alcalde de estar presente en las listas al Congreso de los Diputados y, al mismo tiempo, frenó la intención de la presidenta de dimitir de su cargo para poder entrar en la Cámara Baja, como su más directo rival en una hipotética sucesión.

Desde aquel día, caras largas, gestos fríos y apenas un tenso apretón de manos cuando coincidieron en la inauguración del intercambiador de Plaza de Castilla el 6 de febrero. Sin embargo, como la propia presidenta de la Comunidad auguró en el IV Congreso Internacional de Víctimas del Terrorismo, los besos, sonrisas y abrazos tenían que volver a la vida de ambos, pese a los mensajes de doble lectura que se han sucedido de un lado y otro desde aquella aciaga reunión en Génova, y más dada la cercanía de las elecciones generales del 9-M. Y Aguirre tenía razón. Ayer, durante la inauguración del nuevo intercambiador de Moncloa, la presidenta y el alcalde se recibieron con estricto protocolo: apretón de manos y dos besos paralelos en las mejillas, aunque los presentes pudieron observar que la intención inicial de Aguirre era besar las mejillas de Gallardón y que se echó para atrás ante el gesto impávido de éste. Tras recorrer las instalaciones, ambos se acercaron a descubrir la placa conmemorativa y allí, ante la ovación general de los asistentes, el alcalde y la presidenta hicieron las paces con dos besos -esta vez sí en las mejillas- y sendas sonrisas.