Los familiares de las víctimas, que no llegaban al centenar, han tenido un lugar reservado frente al cilindro de cristal, aunque algunas de las sillas quedaron vacías. Don Juan Carlos y Doña Sofía compartieron la zona de honor con el jefe del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero; los presidentes del Congreso, Manuel Marín, y del Senado, Javier Rojo; del Tribunal Constitucional, María Emilia Casas, y del Supremo, Francisco Hernando, y el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, organizador del acto.
Unos metros detrás de ellos siguieron la conmemoración más de un centenar de invitados, como el líder del PP, Mariano Rajoy, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, separados por el presidente de Castilla-La Mancha, el socialista José María Barreda.
Zapatero y Rajoy no coincidieron para hablar sólo en algunas miradas. Don Juan Carlos y Doña Sofía depositaron una corona de laurel con la bandera de España a los pies del gran cilindro de vidrio y, a continuación, durante un minuto reinó el silencio en memoria de los que perdieron la vida en las explosiones de los trenes.
Un silencio sólo roto por la voces del coro de la Capilla Real de Catalunya y Madrid que, dirigido por Jordi Savall, interpretaron la obra «Da Pacem Domine» del músico estonio Arvo Part que la compuso después de la masacre, inspirado por la emoción y siguiendo los parámetros del cántico gregoriano del siglo IX. Entre los cantantes, vestidos de negro, destacaba en primera fila Sonsoles Espinosa, la esposa del presidente del Gobierno que en esta ocasión no le acompañaba de manera oficial en este acto.
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