La repulsa a los atentados de ETA, la advertencia a los empresarios de que los trabajadores no pagarán el «pato» de la crisis económica y la demanda de que inviertan sus beneficios para seguir creando empleo y pagar salarios dignos, fueron las principales reivindicaciones del Primero de Mayo. Cartagena fue la única ciudad donde se vivieron incidentes en la celebración de la Fiesta del Trabajo, mientras que en Valencia se registró la mayor participación y en Barcelona contaron con la participación del nuevo ministro de Trabajo e Inmigración, Celestino Corbacho.
En Cartagena, la marcha de UGT y CC OO tuvo que demorar su inicio una hora por coincidir con otra del partido Alianza Nacional y además la Policía Nacional acordonó una zona por un aviso falso de bomba. Valencia, según la Policía, fue la que más gente congregó, entre 13.000 y 14.000, en la marcha convocada por UGT y CC OO.
En esa concentración valenciana se criticó el contrato para inmigrantes que pretende aplicar el presidente de la Generalitat, Francisco Camps. Le siguió en participación la manifestación de Madrid -con unos 9.000 personas, según la policía, y 25.000, según los organizadores-, en la que intervinieron los secretarios generales de CC OO, José María Fidalgo, y de UGT, Cándido Méndez.
Salario digno
Tras la pancarta con el lema «Es el momento de la igualdad, el salario digno y la inversión productiva», Fidalgo y Méndez advirtieron al Gobierno y a los empresarios de que no aceptarán ningún mensaje de moderación salarial, ni recorte de los derechos sociales de los trabajadores por la desaceleración económica. Méndez emplazó al Banco Central Europeo y a los gobernantes políticos a que den «ejemplo» y pidan a los ejecutivos de las multinacionales que se «aprieten el cinturón».
Fidalgo reclamó del Ejecutivo que no perdone «ni un euro de los impuestos» a los empresarios que no tengan proyecto de inversión productiva o que vengan del «ladrillo a poner el cazo» y les conminó a «alentar» iniciativas que «saquen a España de su atonía en el mercado exterior». Sobre la inmigración, pidieron que se acabe con las «bolsas de economía sumergida» y rechazaron los discursos «duros y xenófobos».
También rechazaron los tres atentados cometidos horas antes por ETA, por suponer una irrupción en la fiesta del trabajo, pidieron para la Guardia Civil y los militares libertad sindical, y demandaron igualdad de género, calidad en el empleo y salarios dignos. La condena a ETA también se hizo oír en otras ciudades.
En el País Vasco, todos los sindicatos, a excepción de LAB, los rechazaron y coincidieron en destacar que sus acciones violentas «perjudican» a la clase trabajadora vasca. En Barcelona, el ministro Corbacho hizo una visita de «cortesía» al aperitivo que ofrecen los militantes de CC OO de Catalunya y, posteriormente, participó en la tradicional paella popular de UGT.
Predisposición
Corbacho calificó de «muy positiva» la predisposición de CC OO y UGT para abordar con el Gobierno la búsqueda de soluciones a la desaceleración. Además, consideró que las reivindicaciones de los sindicatos son «muy razonables y muy lógicas» para dar una alternativa a las personas que están perdiendo su empleo.
En Lleida, sindicatos, patronal, universidad e instituciones se unieron para pedir un pacto nacional del agua, lema principal de su marcha.
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