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El epidemiólogo estadounidense David Heymann, miembro del equipo internacional que en 1976 descubrió el virus del ébola, aseguró este martes que «no hay riesgo de que ocurra una epidemia en España» tras el inesperado contagio de una enfermera.

Heymann, profesor de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, afirmó que «el servicio público de salud español sabe muy bien lo que debe hacer» y ha localizado y aislado a las personas que pudieron estar en contacto con la técnica sanitaria, contagiada tras atender a dos misioneros en África cuando éstos fueron repatriados a España, donde fallecieron.


Heymann, exdirectivo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), dijo que «desafortunadamente, los contagios como éste suceden, pues a veces el equipo protector no funciona o se produce algún error de protocolo».

En todo caso, «no hay ningún riesgo de que el ébola se propague rápidamente entre la población» en España, siempre que las autoridades sanitarias «hagan lo que mejor saben hacer: proteger la salud pública», tal como ya están haciendo, manifestó.

El profesor estadounidense, que en 1976 investigó junto con Peter Piot el virus, al que nombraron ébola por un río del Congo (entonces Zaire), señaló que, aunque aún no hay medicinas o vacunas contra la enfermedad, «algunos tratamientos con anticuerpos han dado signos de eficacia».

«Pero lo más importante es mantener un buen equilibrio de los fluidos internos del cuerpo, para mantener con vida al paciente y que su propio sistema inmunológico pueda generar anticuerpos para combatir el virus», subrayó.

Estas medidas, que en los países desarrollados pueden contener la infección, son más difíciles de aplicar en aquellos menos organizados y con población más frágil, por malnutrición u otros motivos.

«Lo que ha sucedido en África es que el estallido del virus no se ha quedado en las zonas rurales, donde podría haberse aislado el pasado marzo, sino que ha llegado a zonas urbanas, donde es más difícil contenerlo», explicó.

«La situación ahora es muy complicada, pues los gobiernos de los países africanos están desbordados y además algunos no ofrecen confianza a la población», argumentó.

Heymann, que en el pasado ha liderado equipos internacionales para combatir epidemias de sida y gripe aviar, dijo que, aunque hay «muy buena voluntad a nivel internacional» para ayudar en la crisis, falta una mejor coordinación.

El científico confió en que el actual estallido sirva para que los países aumenten su cooperación con otros más vulnerables y dijo que es también una oportunidad para probar nuevas medicinas.

«Algunos laboratorios en Estados Unidos han desarrollado vacunas y compuestos de anticuerpos para combatir el ébola con financiación del ministerio de Defensa pero los fármacos no se han probado nunca en humanos, ahora hay una oportunidad», explicó.

«Tras probarlos en animales, solo se puede estudiar su eficacia en humanos cuando se produce un estallido», explicó.

En 1976, un médico de Kinshasa envió a un laboratorio de Amberes (Bélgica) una muestra de un virus desconocido que había causado la muerte a una monja belga en el remoto pueblo de Yambuku, en el antiguo Zaire.

Fue examinada por Piot y Heymann, quienes, con un equipo de científicos, viajaron al país africano, donde trataron a algunos pacientes y constataron los efectos del virus, si bien no pudieron comprobar la eficacia de posibles mecanismos de contención porque el estallido había pasado.

«La propagación se produjo en parte porque las monjas, que habían montado un hospital de campaña, habían atendido a la población local sin equipamiento médico debidamente esterilizado», apuntó Heymann, quien en 1995 lideró la respuesta a otro estallido de ébola en Kikwit.

Tras establecer en 1976 que el virus al que se enfrentaban no había sido antes identificado, tuvieron que ponerle un nombre, «y fue el de ébola, por un río cercano», recuerda.

Heymann afirma que, pese a la grave situación en África, que hay que resolver a toda costa, un hipotético brote en Europa o Estados Unidos sería fácil de controlar, por los mejores protocolos sanitarios.

Subraya que las tres medidas básicas para contener la infección, como ya se hace en España, son el aislamiento o «impedir el contacto con la comunidad"; «mantener un control regular de la temperatura de posibles infectados» para diagnosticar el virus e «informar a la población sobre cómo evitar el contagio».