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La histórica dirigente de ETA Belén González Peñalva «Carmen» ha fallecido este jueves de madrugada, víctima del cáncer, en San Sebastián, donde cumplía condena en régimen de prisión atenuada desde 2009 por padecer una enfermedad incurable.

Fuentes de la asociación de familiares de presos de ETA Etxerat han confirmado que González Peñalva se encontraba ingresada en el Instituto Oncológico de San Sebastián, donde ha fallecido a los 60 años.

Belén González Peñalva fue miembro del comando Madrid en los años 80 y fue designada como una de las interlocutoras con el Gobierno durante las conversaciones de Argel, en 1989, y también en las de Suiza con el ejecutivo del PP en 1999.

Cumplía varias condenas que sumaban más de 700 años de cárcel por atentados cometidos durante su participación en el comando Madrid, como el perpetrado contra un furgón de la Guardia Civil en la Plaza de la República Argentina, con un muerto y 17 heridos, y el secuestro del financiero Diego Prado y Colón de Carvajal.

También fue condenada por el asesinato del coronel Vicente Romero, su conductor y un experto en explosivos, cometido el 12 de junio de 1985 en Madrid, así como por la muerte del militar Fausto Estrigas.

Las fuerzas de seguridad le vinculaban con atentados anteriores cometidos a finales de los años 70 y le situaron en Madrid a principios de los 80, cuando presuntamente se dedicó a desarrollar labores de información e infraestructura.

Tras huir a Francia en 1981 volvió a Madrid en febrero de 1983, cuando integró el comando que operaba en la capital con terroristas como los ahora arrepentidos Juan Manuel Soares Gamboa y José Luis Urrosolo Sistiaga, y otros históricos como José Ignacio de Juana Chaos, Inés del Río y Estaban Esteban Nieto, entre otros.

Después de su actuación en el comando Madrid volvió a Francia y posteriormente fue enviada a Argelia, donde formó parte de la interlocución de ETA con el Gobierno, junto con Eugenio Etxebeste «Antxon» e Ignacio Arakama «Macario».

Tras la ruptura de las negociaciones con el gobierno de Felipe González, la dirigente etarra fue deportada a la República Dominicana, de donde huyó en octubre de 1998.

Un año después intervino de nuevo en las conversaciones entre ETA y representantes del Gobierno de José María Aznar en Suiza.

En octubre de ese mismo año fue detenida en Pau por la Policía francesa y en noviembre de 2005 fue extraditada a España para ser juzgada por varios asesinatos y un secuestro.

Tras pasar por varias cárceles españolas, se le detectó un cáncer y fue excarcelada en noviembre de 2009 para cumplir sus condenas en su domicilio en régimen de «prisión atenuada» debido a la gravedad de su dolencia.