José es el propietario de los áticos de un edificio del carrer Aragó. | Jaume Morey

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Nadie recuerda cuándo fue la última vez que José tocó el piano, porque con sus, al menos, 80 años, este vecino de un edificio del Carrer Aragó no hace ruido ni sale de su ático. Los propietarios e inquilinos de la escalera no ocultan su preocupación por su salud. Hace más de veinte años que acumula trastos y desperdicios en su casa, donde apenas entra la luz.  «En 2013 le denunciamos por un presunto caso de síndrome de Diógenes pero con el tiempo el caso se archivó. Recuerdo que cuando entré en su casa, ese mismo año, no me podía creer lo que estaba viendo», rememora Lys Riera, propietaria de un piso.

Al parecer, José llegó a ser un famoso pianista. Había tocado en el antiguo Hotel Palas Atenea –ahora Meliá Palma Marina– y en otras emblemáticas salas de Palma. Habla seis idiomas, es economista y «un hombre educadísimo y muy elegante. Su madre era una soprano famosa». La vecina asegura que los servicios sociales de Cort conocen el caso y han acudido al inmueble en algunas ocasiones. La situación de José es preocupante y se teme que tal acumulación de objetos se traduzca en un incendio que pondría en peligro la seguridad de todo el edificio.

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Lleva más de 20 años acumulando trastos y desperdicios de la calle.

Los vecinos comentan que el hombre no tiene familia, pero sí una amiga muy especial que es pintora y alemana, Uta. La última vez que vino a Palma fue en octubre, preocupada, porque el pianista no le cogía las llamadas. Lys explica que la situación del hombre empeoró con motivo de la pandemia. Hace dos años que no sale de casa, no se asea porque no tiene agua –antes se duchaba en un gimnasio, aseguran los vecinos–, ni baja a tomar café al bar de al lado. A veces, un jovencito le llevaba comida. Otras, Lys le deja un plato en el rellano porque no abre la puerta a nadie. Solo a Uta.

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El coche del pianista, que no mueve desde antes de la pandemia, está repleto de suciedad.

La Policía Local acudió hace dos semanas al domicilio porque los vecinos no le escuchaban. Él ocupa los dos áticos del bloque. Cuando los agentes llegaron, intentó huir por uno de los dos portales. Este diario fue hace una semana al edificio. Desde el ático, el inmueble se ve repleto de cajas de cartón, suciedad, material de obra, plásticos, botellas de cristal y demás desperdicios. El mismo día, una trabajadora de Cort consiguió que le abriera la puerta. El pianista le dijo que estaba bien. Algunos propietarios han vuelto a los juzgados para reactivar el caso y buscar una solución. Lamentan que desde Sanidad no les den respuesta.