Un ciclista rueda por el carril bici a la altura de es Portixol. | F.F.

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El carril bici de Palma se ha convertido en algunos tramos en zona peligrosa para rodar. Baches, grietas, parches de obras o asfalto degradado forman parte del paisaje de una infraestructura que ha crecido exponencialmente tanto dentro de la propia ciudad como en la periferia, intentando potenciar el uso de la bicicleta y de los medios de transporte sostenibles para moverse dentro de perímetro de la capital mallorquina.

A las bicicletas se han unido como grandes pobladores de estas rutas los patinetes eléctricos, cuya velocidad eleva el riesgo de accidente. Una posibilidad que advierten usuarios y vecinos de algunos de sus tramos, que denuncian el mal estado del pavimento, lo que se convierte en un factor de riesgo añadido para los habituales, pero también para los peatones que transitan junto a esta infraestructura adaptada para vehículos de dos ruedas.

Pese al crecimiento de los kilómetros de carril bici, que se elevan a más de un centenar por diferentes áreas de la ciudad, y el mantenimiento que se realiza desde el Ajuntament de Palma, las deficiencias siguen siendo patentes, reclamando una mejor y mayor política de conservación de estas vías, que se han instalado dentro del perímetro urbano tras comenzar como una vía de ocio en primera línea marítima.

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En algunos tramos, como en la zona de Son Malferit o las proximidades de sa Teulera y Son Dureta, las entradas de las tomas de luz, teléfono o agua se convierten en obstáculos añadidos a los baches, profundos e inesperados en algunos tramos donde la vegetación incluso ha invadido parte del trazado, que en espacios transitados como la primera línea de mar (Portixol, Molinar, Paseo Marítimo...) también presenta estas 'trampas'.

Incluso vecinos del parque de Son Serra Parera, en la zona del Secar de la Real, han expresado su preocupación por el mal estado de la superficie, desgastada y a diferentes niveles, además de afectado por el crecimiento de las raíces de los árboles, lo que provoca baches imprevisibles en algunos casos, como una piedra caída sobre el carril en las proximidades de Son Espanyolet y desperdicios que aparecen a lo largo del recorrido.

Múltiples deficiencias difíciles de paliar a la vez, pero que reclaman una mayor atención y mantenimiento por parte del Ajuntament de Palma, además de un una buena dosis de civismo por parte de usuarios y transeúntes de las diferentes zonas por las que transcurre.