La Plaça del Mercadal utilizada como zona de estacionamiento para camiones. | L.C.

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Los vecinos de Canamunt muestran su disconformidad con los vehículos que estacionan en las aceras de la barriada en el corazón de Palma. Sus calles minúsculas junto a su trazado laberíntico hacen que encontrar un espacio para aparcar sea un momento tedioso. Es más, los vecinos apuntan que las plazas son el reflejo de la problemática que afecta al barrio, ya que encarnan la columna vertebral del entramado urbanístico. «Nuestros espacios de vida social han sufrido un proceso de decadencia», asegura uno de los vecinos.

Desde la Plaça Llorenç Bisbal hasta la de Raimundo Clar, todos los rincones de recreo en la singular barriada sufren un problema de utilización del espacio público. «Son el corazón de un barrio históricamente obrero que ha perdido su estilo de vida», se lamenta un vecino que prefiere mantener el anonimato. En la zona de Sa Gerreria, la Plaça de la Quartera y la calle del Pes des Formatge, convertida en vía peatonal en 2021, sirven como «zona de carga y descarga para camiones». Los habitantes denuncian que los proveedores de los restaurantes obstruyen la circulación de peatones durante toda la jornada.

La calle del Pes des Formatge, convertida en peatonal, utilizadas por camiones.

En línea recta, se encuentra la Plaça de Mercadal, donde el problema vuelve a repetirse. Los vehículos de distribución aparcan en áreas en las que los residentes no pueden hacerlo. «Tampoco hay aparcamiento para los vecinos, nos vamos lejos y volvemos caminando», asegura un vecino afectado por los problemas de movilidad. En otra parte de Canamunt, en la Plaça Llorenç Bisbal, ni siquiera los propios residentes muestran ese comportamiento. Los mismos habitantes de la zona se encuentran en un conflicto, ya que algunos desisten en la búsqueda y estacionan dentro del espacio público sin consecuencias. En esta zona, solicitan más presencia de policía local que se haga cargo de la situación.

Coches aparcados dentro de la Plaça Llorenç Bisbal.

Además, toda la circulación de estos vehículos pesados que suministran bebidas y materias primas a los restauradores del barrio estropean la calzada. «La vía está hecha un asco y el asfalto se hunde», explica un vecino. Según aseguran los de Canamunt, el problema de movilidad no es el único que acecha los entornos comunitarios, las terrazas también suponen un desafío para su vida cotidiana. Esto mismo sucede en la Plaça Raimundo Clar, donde el espacio público está «prácticamente dominado por los bares y restaurantes». Según asegura un vecino, los restauradores llegaron a solicitar quitar los pocos bancos que se encuentran en la superficie.

La misma situación se manifiesta en la Plaça d'en Coll, los residentes denuncian una abusiva utilización del suelo por parte de las terrazas de los bares. «Rondan las 80 ó 100 mesas todos los días», señala. A pesar de haber reducido su número, asegura que no es suficiente. Entre este aspecto y la gran cotización por metro cuadrado, alrededor de 5.000 euros en Idealista, la plaza ha sido «desertizada de vecinos». Según explican los residentes de la zona, la policía no recibe denuncias porque en esos pisos no vive nadie, son para turistas. De acuerdo con el catastro, esta ágora alberga 33 viviendas, construidas entre 1960 y 1969.