El jueves de la pasada semana, por la noche, con uno de mis ciudadanos a pie de calle 7/24 (siete días, veinticuatro horas), nos dimos una vuelta por los alrededores del cauce del Torrent de na Bàrbara, a su paso por Nou Llevant… ¿Y qué vimos? Desde luego, nada bueno para la imagen de la ciudad y nada peor en el caso de que la DANA llegara e inundara el citado torrente.
Bien, pues tras aparcar, nos metimos sobre suelo de tierra, llegando a la zona de los colectores de Emaya, de la calle Barranquilla, que estaba señalizada con una cinta debido a que había tenido problemas, pues el terreno de alrededor se estaba convirtiendo en poco menos que en un pantano. Unos cincuenta metros más adelante, nos encontramos con un asentamiento de dos tiendas de campaña, con dos personas en cada una de ellas, para más señas, extranjeros, trabajadores, pero con un sueldo que nos les alcanza para alquilar dos habitaciones y vivir, es decir, comer y vestirse. ¿Os imagináis cómo lo pasarían en caso de una inundación provocada por un diluvio?
Camino del cauce del torrente, nos encontramos con colchones, somieres, restos de muebles… Observamos que la valla que separa esta zona de la autopista, está tirada, por lo cual entendemos que por allí entra y sale todo el mundo. ¡Ah!, y poco antes de llegar al puente de madera que te permite pasar de una parte a otra del Torrent de na Bàrbar, nos encontramos con un banco de madera, arrancado de cuajo de ver tú a saber de dónde, depositado sobre una sin hierbas… ¿Algún vecino de los alrededores ha echado en falta un banco…? Pues ahí está.
Cruzamos el puente, que seguramente desconocen los servicios de mantenimiento de Cort, ya que está para el arrastre, porque… El piso es de madera, pero, sin embargo, crecen los matorrales, lo cual significa que el estado de la madera merece una revisión profunda. También la requiere con urgencia el tramo en que el piso de madera no está tan deteriorado… ¡Pero ya! Y ya ni os cuento lo de las barandillas. ¡Indescriptible! Por eso os dejo la foto de ella para que os hagáis a la idea. Y es que una imagen vale por mil palabras.
Entramos, por fin, en el cauce del torrente. Si parte de él está relativamente limpio, en otra zona, la más cercana a la desembocadura, ocurre todo lo contrario, pues ahí se amontonan basuras, hierbajos, colchones, una vieja bicicleta, restos de algún electrodomésticos… Y como es tal la cantidad, puede crear un problema. Aparte de que todo eso irá a parar al mar.
Por suerte no hubo DANA de la magnitud que se esperaba, pero viendo como está ese trozo de Palma, lo cual, a través de Ultima Hora, ya es público y notorio, va siendo hora que Cort le eche un vistazo, pues más que una zona verde, que lo es, es una vergüenza para la barriada. Por las pintadas vandálicas que hay en el cauce, por la porquería que hay en él, por cómo está el puente, por ese banco de madera aparecido así, de repente, por el asentamiento humano bajo dos frágiles tiendas de campaña, por esa encharcada zona de colectores, que como estallen no vean el merdé que puede originar. Así que… ¡Venga, señores de Cort!, menos pensar en macro proyectos y más pensar en el ciudadano y el entono en que le ha tocado vivir.
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