Este evento, que tiene lugar solo dos veces al año, permite ver un impresionante juego lumínico en el que el sol, al amanecer, atraviesa el gran rosetón de 11,38 metros de diámetro de la Catedral de Mallorca, proyectando su reflejo en la fachada opuesta, creando a su vez un doble rosetón: uno de vidrio y otro de luz. La imagen resultante es un símbolo de belleza efímera que reúne a visitantes y curiosos cada año, muchos de ellos llegados de otros países para ser testigos de esta curiosidad.
Además de la fecha del 11 de noviembre, este fenómeno también puede observarse el 2 de febrero, día de la Candelaria, ambas jornadas poseedoras de un fuerte significado espiritual. Y es que la alineación única de la Seu de Mallorca, de 120º sureste, la ubicación estratégica del rosetón mayor y la finalización de un programa de instalación de vitrales en todos el ventanales y óculos disponibles de la Catedral que empezó en el siglo XX permiten esta proyección singular. Además, la restauración del rosetón mayor en el año 2010 asegura que esta exaltación de colores y sombras se mantenga intacta, deslumbrando a los asistentes año tras año.
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