Uno de los espacios habilitado por uno de los sintecho. | F.F.

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Vivir en primera línea, frente al mar, es un lujo inasumible para el grueso de la población balear. Pero las circunstancias y la casualidad han llevado a varias personas que se han visto obligadas a pernoctar en la calle a encontrar un espacio que han hecho suyo en una ubicación privilegiada. Nada menos que a pocos metros de la costa y en la primera línea de la Playa de Palma, a la altura de Can Pastilla.

En los bajos de unos conocidos bloques de viviendas, muchos de ellos abandonados e incluso alguno de ellos reconvertido en infravivienda, se han instalado una pareja y una persona con movilidad reducida que han hecho suyo ese espacio, aunque en el caso de este último, la aglomeración de objetos contrasta con el orden del habitáculo en el que duerme, bien delimitado.

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A pocos metros, también llama la atención un habitáculo en perfectamente distribuido, con una cama, una mesita con dos sillas y varias cajas en las que almacena con un sorprendente orden una gran cantidad de ropa. Mantas y una improvisada barrera marcan ese espacio al que apenas acuden para dormir, según refieren los vecinos.

Los mismos, residentes fijos en la zona, que denuncian la presencia de ratas y la suciedad que se acumula y que se suma a otros problemas ya enquistados en esa zona de Can Pastilla como el del aparcamiento o el mal estado de las palmeras, que preocupan a vecinos y comerciantes, que lamentan la imagen que se da en un lugar turístico y que, cuando acaba la temporada alta, queda abandonado a su suerte.

Pese a los avisos al Ajuntament de Palma, a través del teléfono 010, o mediante el Policía de Barrio, no han encontrado respuesta, pese a que han trasladado situaciones como el encontrarse a alguno de esos residentes inesperados haciendo sus necesidades en plena calle. Esa suma de factores ha agotado su paciencia tras mucho tiempo sin soluciones.