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La Confraria dels Tastavins de Manacor revivió en la mañana de ayer la tradición típica mallorquina de la matanza del cerdo. En el molino propiedad de la corporación vinatera se sacrificó un cerdo elaborando los típicos embutidos como la sobrasada y los botifarrones, y se condimentaron los platos populares en la jornada del sacrificio del cerdo como es el caso del frito de lomo y de sangre.

Para la ocasión, se sacrificó un cerdo negro de 140 kilogramos que pelaron y descuartizaron al estilo tradicional para condimentar los alimentos. Como marcan los cánones, el frito iba acompañado de un vino tinto de la zona de es Pla de Mallorca.

El presidente de los Tastavins, Joan Rosselló, explicó que «intentamos revivir la tradición que nos dejaron nuestros antepasados. Por este motivo, cada uno de los participantes en el ritual tiene una labor asignada: uno se encarga de las tripas, el otro amasa la sobrasada y los otros se encargan de condimentar la merienda y la comida para todos».

La Confraria dels Tastavins cuenta con 32 integrantes que apuesta por conservar las tradiciones.