La reapertura de la línea del tren de Inca a sa Pobla el próximo
sábado ha levantado un verdadero revuelo en los vecinos de Muro,
Llubí y sa Pobla. Los poblers estrenan estación en el mismo pueblo,
pero los habitantes de Muro y Llubí, al igual que han hecho durante
años los de Consell y Alaró, deberán recurrir a sus vehículos
privados para acceder a las estaciones, situadas a dos kilómetros
del núcleo urbano.
Los alcaldes han abierto conversaciones con Obres Públiques con
la intención de conseguir un microbús que cubra el trayecto desde
el núcleo urbano hasta los apeaderos, coincidiendo con los horarios
del ferrocarril, y es que son muchos los que defienden que «si hay
que coger el coche para llegar al tren nos da lo mismo ir en él
hasta Palma».
Los apeaderos de Muro y Llubí disponen de medio centenar de
plazas de aparcamiento pero muchos vecinos, especialmente los más
jóvenes y los más mayores, no tienen vehículo propio para acudir a
la estación. Los mayores de Llubí deben afrontar además de una
larga caminata que incluye una pronunciada cuesta abajo, seguida de
una gran cuesta arriba. «Resulta agotador», dicen.
Muchos vecinos que disponen de vehículo propio y que tienen que
trasladarse a Palma acuden habitualmente con sus coches a la
estación de Inca para subir allí al ferrocarril. Para este nutrido
grupo de usuarios, la reapertura de la línea a sa Pobla supondrá un
gran desahogo, a pesar de la lejanía de los apeaderos. Los vecinos,
conductores o no, tienen una queja en común y es que el trayecto
desde Llubí y Muro hasta sus respectivos apeaderos está
deficientemente iluminado por lo que acudir de noche a la estación
será peligroso.
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