El hecho de que la nueva normativa prevea el desarrollo del
polémico segundo polígono hizo que numerosos vecinos, que están en
contra, asistieran al pleno.
Para aprobar la normativa urbanística era necesaria mayoría
absoluta. El equipo de gobierno, formado sólo por el PSOE,
necesitaba el voto de al menos un miembro de la oposición, PP y
PSM.
El nuevo planeamiento fue aprobado gracias a los seis votos del
PSOE y tres del PP. Los dos regidores del PSM votaron en contra al
no estar de acuerdo con la propuesta de desarrollo del polígono que
recoge y así lo hicieron también dos miembros del PP, que
argumentaron su voto diciendo que «la junta local del partido se
manifestó en dos ocasiones en contra de la ejecución del segundo
polígono y nos debemos a esa junta».
En junta local el PP no llegó a ningún acuerdo y por ello en el
pleno ejerció libertad de votos. Los regidores Santiago Coll,
Guillem Pons y Jeroni Salom votaron a favor, y Joan Carles Torrens
y Francisca Balaguer, en contra.
La división interna del PP ya se dejó notar en un punto anterior
cuando dos de sus regidores votaron a favor de la propuesta del PSM
de convocar un referéndum para decidir la ejecución del
polígono.
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