Binissalem rindió ayer su homenaje anual a la vid y al vino, base
agrícola del pueblo. La gran diada del Vermar puso punto y final a
nueve días de fiesta organizados con motivo de una vendimia que,
este año, se ha visto muy perjudicada por las abundantes lluvias.
La cosecha de uva de las viñas adscritas a la Denominación de
Origen de Binissalem ha sido de aproximadamente 1.500.000
kilogramos. Un 30% menos que el año pasado debido a las condiciones
meteorológicas. La maduración de la vid se ha visto seriamente
retrasada por las bajas temperaturas y la graduación es inferior
debido a las lluvias.
Sin embargo, los expertos aseguran que la calidad de los vinos
de Binissalem se ha salvado gracias al sacrificio de los
vinicultores de una comarca que, año tras año, demuestran que saben
hacer buen vino y que han trabajado duro para que la uva de mala
calidad no entre en los cellers.
Por todo ello, Binissalem rindió ayer, con el ambiente de fiesta
grande de todos los años, su particular homenaje a la vid i al
vino, con la ofrenda de most novell a Nostra Senyora de
Robines.
Los actos festivos se iniciaron a primera hora de la mañana con
la celebración de una misa. Después, tuvo lugar el concurso de
racimos de uva, uno de las celebraciones más destacadas de las
fiestas de Vermar, que se celebra desde el año 1973 y en la que se
premia a los racimos más grandes del pueblo y la comarca,
independientemente de su variedad y calidad.
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