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O. ARBONA/J.M.SASTRE
Hacía pocas horas que los primeros rayos de sol habían iluminado las calles de Montuïri cuando comenzó a escucharse el sonido deflabio, etamborino y la xeremia. Como cada año, los músicos fueron los más madrugadores para dar la bienvenida al día de la festividad del patrón de Montuïri. Con la Albada, los xeremiers llamaban a la fiesta a los vecinos. Poco a poco fueron llegando los Cossiers, el Dimoni y la Dama para realizar sus últimas danzas del año en el día más importante.

En la plaza Major del Ajuntament y ante un numeroso público -faltaban los más jóvenes que dormían la fiesta de la víspera de Sant Bartomeu-, los danzadores comenzaron la jornada festiva sobre un escenario para posteriormente comenzar un recorrido por las calles de la localidad para bailar ante las casas de vecinos que esperaban a los Cossiers.

A diferencia del año pasado en que cayó un chaparrón que obligó a improvisar y a interpretar los bailes en el interior de una cafetería, la jornada de ayer fue más propicia para la fiesta. Después de recorrer las calles del pueblo, los Cossiers se dirigieron a la parroquia para recoger a los sacerdotes que celebraron y concelebraron la solemne eucaristía en honor al patrón Sant Bartomeu. La misa fue oficiada por el padre Joan Brulles, salesiano de Tarragona, y concelebrada por Andreu Genovard, Bartomeu Tauler y el párroco de Montuïri, Miquel Mascaró.